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Madrid - Columnas Blancas

EFE

Madriditis

Nacido en Sevilla el 23-11-1953. Socio del Sevilla FC número 37 y propietario de 7 acciones. Ldo. en Filosofía y Letras ( Sección Ha. General) por la Universidad Hispalense. Fue profesor de secundaria desde 1979 hasta su jubilación en 2013. Vocal de la Asociación de Pequeños Accionistas y actualmente encargado de cuestiones históricas del club en la asociación. Fiel de Nervión con más de 50 años ininterrumpidos.
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Quienes sigan mis escritos ya sabrán que no soy objetivo cuando de enjuiciar aspectos del SFC se trata, así que sobre todo, si hay alguien de este foro que de alguna forma simpatice con el Real Madrid CF, humildemente le sugiero que se abstenga de seguir leyendo este modesto artículo.

“Madriditis”, es lo que suelen espetar los “merengones”  a los aficionados de sus más conspicuos rivales deportivos cuando sus adversarios se quejan de algún arbitraje. Curiosamente, nunca nos han etiquetado a los sevillistas de padecer tal dolencia, cuando pienso que es en el colectivo que más se produce. Es posible que desde ahora comiencen a hacerlo ya que el pueblo sevillista es de los que más animadversión tiene al club de Concha Espina y ya no somos el equipo de provincias que éramos, según su visión de las cosas,  hasta hace 16 años.

Es una “enfermedad” con variantes y mutaciones, e incurable. En la propia Madrid se sufre en la versión  derivada de su duelo urbano de eternos rivales,  la “matritensis athletice”. También están aquejados de ella quienes profesan la fe “blaugrana culé”, (el 50% de los aficionados de butacón y de barra de bar de España) con el agravante de sufrirla en una de sus formas más agresiva (“madriditis agut”) en Cataluña. Es inexplicable que en tales aficiones se produzcan con tanta virulencia cuando sus correspondientes clubs esparcen también muy a menudo los mismos gérmenes patógenos que generan la “madriditis”.

A éste mal están predispuestos los descendientes de quienes ya la contrajeron, pero no es una dolencia genética sino adquirida. No se nace con ella, se va gestando viendo nuestro fútbol y el virus, bacteria o microbio que la provoca se fortalece al comprobar los abusos, arbitrariedades y prepotencia del RMCF a lo largo de la historia.

Me confieso padecer “madriditis acuti  (aguda) hispalensis” desde hace décadas. Era de los que en los sesenta creía que el RMCF era el representante español en Europa. El tiempo y el superior cariño por mi Sevilla me hicieron mutar mi opinión a costa quedar aquejado para siempre de “madriditis acuti hispalensis incurabilis”, desde mucho antes de que López Cuadrado validara el gol de Breitner. Los síntomas son claros: protestar cuando se es objeto de alguna arbitrariedad (especialmente en el Bernabéu),  enojarse más de lo debido cuando se sufre una derrota frente a los de Chamartín, sentirse molestos por la patrimonialización del sentimiento español y en su versión más rancia, o criticarles que el título de Liga no es su monopolio . Tales síntomas derivan en una fiebre consistente en  mostrar indiferencia, cuando no alegría, si el RMCF no consigue cualquiera de sus objetivos. La dolencia se manifiesta siempre, todo el año, pero los ataques más virulentos evidentemente son cuando hay un enfrentamiento contra ellos y ocurre el “mangazo” habitual.

Los abscesos graves de la enfermedad no se producen tanto por los lances polémicos que pueda haber en el juego, por muy reiterados que sean temporada tras temporada, como por el entorno mediático de los capitalinos. Ayer, recién terminado el choque, la reportera de turno que ya otras veces ha hecho las mismas impertinentes preguntas inquiría a Ramón Rodríguez Verdejo a pié de campo : “Os váis muy enfadados ¿no? Con el buen partido que habéis hecho”.

Si alguien no ve la carga de profundidad que hay en tales cuestiones, en caliente aún, es que está ciego y sordo. ¿Cómo no se va a estar enfadado cuándo se escapa un partido en el minuto 87, habiendo realizado un juego mínimo para empatar? ¿Cómo no se va a estar enfadado cuando el partido se ha decantado por lances inverosímiles como el fallo en el bloqueo de Bono? ¿Cómo no se va a estar enfadado tras la oportunidad de Delaney al final? Y… ¿Cómo no se va a estar enfadado si el dúo arbitral no aprecia nada en la entrada de Alaba a Ocampos dentro del área?

¿Qué buscaba la reportera? ¿Un titular? ¡Pues ya lo tiene! ¿Calificar al SFC por sus quejas como la de un club con cara de perdedor? Pues vale. Las elocuentes y certeras respuestas de “Monchi”  como hace dos ejercicios, más por el escenario donde lo dice que por lo que dice, sirven a todos los plumillas y medios que vivaquean en torno al RMCF para aparentemente engordar su ego y el del club de sus simpatías y catalogar al SFC como el clásico perdedor, pero también a sentirse ofendidos por la verdad de sus palabras.

Sin duda se pueden hacer otros análisis del partido de ayer igualmente válidos: la falta de puntería de nuestros delanteros, el fallo de Bono, el escaso acierto de los cambios efectuados por Lopetegui que posiblemente obligaron al equipo a recular, etc… pero hoy toca poner el foco en el lance no visto ni por Sánchez Martínez ni por De Burgos Bengoechea porque es lo lógico en un choque igualado en el césped. Y cuando la historia se repite año tras año, pues aflora la “madriditis” ¿cómo se puede pensar que hay una “mano blanca” que favorece al RMCF y contribuye a que casi monopolice el título de Liga? Es uno de sus síntomas más habituales, y parece que una de las preguntas de la reportera en su diálogo con “Monchi” iba encaminada a demostrar tal hecho.

No creo que la susodicha sea inconsciente de la falta de respeto al SFC cuando pregunta: “con el buen partido que habéis hecho…”. No somos el equipo pequeño que se encierra y pierde en el último minuto, aunque lo parezca. Esa mezcla de paternalismo y condescendencia, corriente entre los de la Villa y Corte, sumergidos en su burbuja y creyendo siempre que su visión de las cosas es la de toda España, es muy irritante. Es como más se jode, y permítanme la expresión.

Pues nada madridistas, crucificad a Ramón Rodríguez una vez más, como en Enero de 2020, aquí estamos, seguimos vivos. Ningún valor damos a vuestros éxitos nacionales y continentales pues están cimentados en el privilegio y la suerte de radicar en la capital de la nación y de haber estado hace 67 años en el sitio adecuado y momento oportuno. El SFC no se beneficia, purga más bien, del residir y llevar el nombre de la capital de Andalucía, no hay comparación posible. Aquí seguimos y seguiremos, nos venceréis mil veces, mas no nos convenceréis, y año tras año, temporada tras temporada, vayamos como vayamos, estaréis pendientes de la publicación del calendario y marcaréis en rojo la fecha en la que os toque el SFC.

¡Viva el Sevilla FC hasta la muerte!.

CARLOS ROMERO 12/05/2021

La irreductible aldea de Híspalis

Nacido en 1963. Antropólogo, aficionado a la historia del Sevilla FC, en permanente aprendizaje, y socio de la peña de Alcalá del Río.

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Me contaba Genaro, llamémosle así, que acudía por aquellos lares invitado al estadio madridista por cuestiones de trabajo. Fue recibido por un directivo merengue henchido de la prepotencia característica, que trata al resto de los clubes nacionales como si de extranjeros se tratase -si el club referido tiene cierta importancia- o como paletos mononeuronales que corren tras algo redondo, si el club es algo más modesto.

Rezumaba ese tinte de supremacía que hace poco observamos absortos e incrédulos en su jefe, Florentino Pérez, cuando intentaba hacernos creer, tras su ignominioso atentado de Superliga aún inconcluso, que el fútbol es sólo el Real Madrid y que todos colgamos de su ubre piadosa, alimentándonos, mientras gozosos deberíamos lanzar loas y albricias por su magnanimidad. Todos somos tratados como enanos mentales que necesitamos de su tutela, cualquier percepción que usted tenga en este sentido con respecto a ese club, créame, se queda muy corta.

Le decía a Genaro este directivo, sin que el menor remordimiento recorriese y atisbase su mente, que está bien que en Sevilla fuésemos del Sevilla y del Betis, el terruño siempre tira, pero que primero deberíamos ser del Real Madrid, que estaban trabajando en ello, y que tarde o temprano lo conseguirían.

Y Genaro le dijo sin cortarse un pelo, “están locos estos romanos”, y sería algo risible y ‘carcajeable’ si no fuese porque uno mira el panorama nacional, y observa las hordas de albaceteños y murcianos que claman al cielo porque le pitasen al Madrid antes de ayer un penalti como una casa, a cuyo jugador merengue sólo le faltó sacar un subfusil para terminar de rematar al contrario.

Y conste la alta estima que el que les escribe le tiene a los albaceteños y a los murcianos, amén de los pacenses, pero es que esto no es achacable a ellos tampoco, cuando a las criaturas no hacen más que bombardearles mediática y permanentemente con las cosas del Madrid, volvemos a lo mismo, como si no existiese otro club en la tierra.

La amenaza es real, sin paliativos, el Imperio lanza un ejército de periodistas y grandes medios que hoy mismo claman contra el VAR, y que sin pudor alguno propugnan que el Real Madrid deba ganar sí o sí, aunque cometan la injusticia futbolística más grande, tal cual. Como muestra un botón de Alfredo Relaño del diario AS.

Así, a cara descubierta, no se esconden.

Para los incrédulos, ¿a quién le va a extrañar estas cosas de un club que obligó impunemente a no jugar a Campanal aquel Trofeo Carranza para ganarlo?

Soy de los que piensa que, en el asedio sin cuartel que le tienen a Sevilla estos romanos, tarde o temprano lo conseguirán y la, hasta ahora, irreductible aldea futbolística que es Híspalis terminará por capitular. Ese directivo madridista trabaja sin cuartel para que sea así, cada día se ven más camisetas merengues en la ciudad, y perteneceremos todos a ese ejército de zombies vikingos pendientes del peinado del Cristiano Ronaldo de turno.

Cuando éramos niños cantábamos aquello de:

¡Hala Madrid!, el equipo del gobierno, la vergüenza del país”

Maravillosa poción mágica ¿No les enseñamos estas canciones ya a los nuestros?

Genaro, hijo, para las conclusiones que sacaste de allí, mejor que te lo hubieses ahorrado.

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