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Este mes de Septiembre que ya languidece se ha cumplido el 63º aniversario de la inauguración del estadio que es nuestra casa. Sustituyó a Nervión que venía prestando servicio treinta años antes por lo que la vinculación del club, no ya con la ciudad que lo vio nacer que eso queda fuera de toda duda, sino con el barrio que lo alberga dura ya 93 años los cuales se cumplirán el venidero mes de Octubre.
El 7-9-1958, en un amistoso contra el Real Jaén que terminó con empate a tres, quedó listo para la práctica del fútbol. Otros quieren apuntarse el tanto de la inauguración dos semanas más tarde conmemorando uno de esos “sonoros” triunfos que logran cada 30 temporadas aproximadamente. Cada cual celebra lo que quiere, y lo que puede. En mi caso, empecé a ir en la temporada 1961-62 en la 2ª jornada de liga que nos enfrentaba al Atlethic Club de Bilbao, el cual, un mes antes (13-8-1961) nos había vapuleado en La Rosaleda malagueña, 4-0, en partido amistoso.
Jornada nocturna, 10-9-1961, el resultado fue de 2-1 a favor del SFC, nada que ver con el amistoso en Málaga de Agosto. Desde esa fecha hasta hoy, salvo excepciones, no he faltado nunca a la cita en el RSP. En estos 60 años, he disfrutado, padecido y estar aburrido en todos los rincones del graderío antes y después de su acabado en 1975 bajo la presidencia de D. Eugenio Montes Cabeza y con la inestimable ayuda de D. Gabriel Rojas. Me he mojado hasta tener que cambiarme la ropa entera al llegar a mi casa viendo al At. Madrid en los setenta, mi hija mayor sufrió una amigdalitis derivada de la insolación en un choque de liga contra el FCB en 1995, y algunos, como yo, en una tarde de Mayo contra el RC. Celta, hubieron de refrescarse el trasero en el bidé al regresar a sus domicilios a consecuencia del calor acumulado en el cemento de las antiguas bancadas, inolvidable el comentario de un abonado ya en la 2ª parte de aquél encuentro que acabamos perdiendo 2-3 gracias a las especulaciones de Luis Aragonés: “ tengo los calzoncillos fundidos con el culo”, textual. He pasado frío glacial un Domingo de Ramos de 1969 en jornada matinal aguantando un 0-0 frente al Burgos CF en 2ª división cuando lo más sensato era salir del estadio y ver procesiones.
Pero los tiempos cambian, y cada vez más rápidamente. Las inclemencias que antes se padecían ya cada vez cuestan más afrontarlas, y no es solo por los años que uno va cumpliendo, sino porque la gente joven ha vivido, afortunadamente, un nivel de vida superior al de generaciones anteriores y desea un recinto cómodo. He sido de los que pensaba que la visión del fútbol en los campos debía tener cierto punto de incomodidad. De adolescente me encantaba ver en TV esos estadios británicos de fútbol y de rugby, abarrotados y con singulares asimetrías arquitectónicas, pero con cubiertas que protegían al espectador del tiempo adverso. Aquél pensamiento lo mantuve mucho tiempo y se reforzó ante los ataques de presunción que determinadas entidades hacían con ampliaciones o derribos de gradas enteras para la construcción de palcos VIPS a fin de que algunos se llevasen hasta un cochinillo mientras ¿veían? el partido. He cambiado de opinión.
Durante año y medio, como todos, no he pisado el RSP, casi he llegado a acostumbrarme, y eso me ha dado cierto miedo. Me reencontré con mi localidad el día del Red Bull Salzbourg. Antes del descanso tuvimos que salir de estampida hacia los pasillos interiores porque la lluvia nos empapaba. Frente al RCD Español, observaba con preocupación la grada alta de fondo y pensaba: “allí tienen que estar cogiendo una insolación”. El verano astronómico y el meteorológico concluyeron ya, pero la inercia del calor continúa. Pero es que, en un mes de Enero si las exigencias televisivas te imponen un choque matinal, debas ir vestido de playa porque tu asiento está al sol todo el partido, es inadmisible en una actualidad que no sabe de heroicidades.
Terminado el RSP, llegó a tener capacidad hasta para 77.000 espectadores. Pude comprobarlo sobre todo en el “Ciudad de Sevilla” de 1976, pero también cuando nos visitó el RMCF por primera vez tras los tres años en Segunda, aquél del “gol” de Breitner. Luego las exigencias de los eventos (Mundial de 1982) en que el RSP ha ido participando y la reglamentación UEFA han ido reduciendo su capacidad progresivamente hasta dejarlo en la actual de unos 43.500 espectadores.
Hace pocos días surge una… ¿información? insinuando, poco más o menos, que la no ampliación del RSP es por causa de un importante consejero del club que la obstaculiza. Si eso es así, me parece bien, ningún sevillista debe olvidar las décadas sombrías derivadas de la construcción del estadio. Creo que la cantidad de público actual es la adecuada, si acaso susceptible de ampliación hasta 45.000 personas. No pretendemos alcanzar unas magnitudes que no podamos colmar, eso lo dejamos para otros. Ahora bien, lo que sí es de justicia, lo que sí exige la dilatada y exitosa historia del Sevilla, es comodidad.
Un club de los niveles a los que se ha llegado, debe caracterizarse por la preocupación de sus abonados y público. Uno no puede llegar a su localidad haciendo equilibrios y con riesgo de caer sobre alguien, ni puede llegar asfixiado si su asiento es de grada alta, ni debe sufrir ni insolaciones ni pulmonías según haga un sol de justicia o llueva a cántaros. Nuestra “Bombonera” exige una cubierta integral, una ampliación de los pasillos entre filas y un ensanchamiento de cada localidad de forma que las jornadas de llenazo no esté uno embutido, como sardina en lata, entre sus “ad-láteres” . Y si llueve, no hay por qué padecer por la espina dorsal el recorrido de la gota del paraguas del vecino hasta incluso tener que cerrarlo a costa de seguir viendo el partido con la cerviz agachada y terminar con las vértebras cervicales pulverizadas. Difícil elección.
Cierto que se han hecho mejoras, se han eliminado goteras y adecentado notablemente el suelo de los deambulatorios, se han mejorado muchísimo los servicios; hay ascensores, si bien éstos no satisfacen la demanda que hay, mas deben repintarse los asientos y mejorar el césped que presenta carencias que pueden perjudicar el juego del equipo, y debe eliminarse también esa extraña casetilla aparecida en el último partido contra el RCD. Español en la zona de pista de Preferencia hacia Gol Norte, pues parecía donde se guardaban porterías en los tiempos del “proto-fútbol”. Ignoro cómo habrá quedado la zona interior de Preferencia ante el próximo evento del estadio RSP para Mayo de 2022, la final de la UEL. Imagino que bien y satisfará las exigencias de los “mandamases” de UEFA, pero me atrevo a sugerir en estas páginas, que lo que más agradecería el abonado de cualquier edad es el cubrimiento total del RSP. El club y su historia, su prestigio, la afición, y la ciudad, lo merecen.
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