Sevillano, cosecha del 85 del barrio de la calle Feria. Licenciado en Derecho por la US, pertenezco al Ilustre Colegio de Abogados de Lucena. Trabajador por cuenta ajena. Sevillista desde la cuna, me enorgullece pertenecer al ilustre club de los “Fieles de Nervión”. Fui uno de los Fundadores de la Peña del Foro Oficial y en su día me publicaron varios artículos en el ABC de papel gracias al blog que tenía en Orgullo de Nervión. Cuando me falta la voz, canto con el corazón desde el Gol Sur de nuestra bombonera.
Últimas entradas de Sebastián Guerrero
(ver todo) A expensas de ver si conseguimos batir nuestro récord de puntos, en una temporada liguera, y si damos asalto a la tercera plaza, esta temporada ha acabado. Sí, las dos motivaciones son grandes, de traca, de lío gordo, pero el final de temporada se ha hecho tan sumamente largo, y casi cruel, que psicológicamente todos necesitamos darlo por concluido, ponernos las chanclas y analizar y valorar lo realizado estos meses para pensar ya en la próxima e interesante temporada.
Las viperinas lenguas, siempre corrompidas de envidia y odio, se han dedicado siempre a culpar a la buena suerte de nuestros grandes éxitos, una falacia si vemos grandes derrotas, que pasan de soslayo, en las que la verdadera falta de fortuna nos privó de grandes logros. A simple golpe de recuerdo se me viene la cabeza la final de Tbilisi ante el FC Barcelona, que tras una heroica y emocionante remontada perdimos el partido en el descuento tras errar grandes ocasiones. O la que perdimos en Trondheim ante el Real Madrid, tras empatar los merengues en el descuento del partido y ganarnos en el último minuto de la prórroga. O aquella final de Copa en el Calderón, en la que los culés solo nos pudieron sobrepasar en la prórroga tras un excelso partido nuestro, tras ganar tres días antes al Liverpool la final de la Europa League. Lo importante es que en todas las ocasiones estuvimos ahí, como en el gol de Palop en Donetsk o el famoso Mbiazo en Valencia. O llegar a los penaltis en Glasgow o Turín.
Este año todo tocó cruz, desde el principio. Ya en Budapest, en la final de la Supercopa de Europa, se vio lo que iba a ser nuestra temporada. Remar, trabajar para llegar a la orilla y quedarnos allí. El último saltito que nos falta para crecer aun más. Pasó en la Copa ante el FC Barcelona, paso ante e Dortmund y ha pasado en el final de liga. Sin embargo, la temporada no puede ser considera de otra forma que no sea de sobresaliente. Sí, no hemos tocado plata, pero ha sido realmente una temporada apasionante, emocionante, en la que hemos estado en todas las fiestas, en la que todos nuestros enemigos han sudado la gota gorda temiéndose lo peor mientras nosotros vibrábamos cada tres días en el salón de nuestra casa. Personalmente, he vivido partidos de pie en mi casa, que no son finales, como pocas veces en mi vida. Todo esto con el hándicap de no haber podido tener descanso alguno tras ganar la pasada Europa League. No tengo dudas, con estos jugadores, con el entrenador y con Monchi voy a la guerra, a donde me pidan. Incluso Pepe Castro ha estado a un nivel muy alto en discursos y saber estar y Del Nido Carrasco se posicionó en contra del padre en pos de la estabilidad. Tremendo.
Y todo esto con un grandísimo equipo, que no plantilla. En la portería, Bono ha seguido estando grandioso, ya no es que haya hecho paradas milagrosas que dan puntos, es que se ha animado y anotó un gol en Valladolid. Pero luego, Vaclik no ha estado a la altura en los pocos partidos que ha intervenido, final aciago del checo en Sevilla. En el lateral derecho, Jesús Navas ha sido un líder y valladar cuando el físico le ha respondido. Cuando no, ha tenido que jugar igual porque no había otro de garantías. Y cuando no ha podido ni jugar, apareció un Aleix Vidal que combinó algún partido interesante, con alguno cumplidor, y alguno sin pena ni gloria. Mucha diferencia. En el lateral izquierdo Marcos Acuña ha completado una campaña sideral. Fichajazo sin peros. Defensivamente muy correcto, un tanque en los choques, subiendo bien, con varios recursos y las pone que da gusto. Sin embargo, se ha tenido que perder muchos partidos. Escudero ni ha estado ni se le ha esperado, entre lesiones y partidos mediocres ha pasado su último año de contrato, superado por un voluntarioso Rekik, reconvertido al lateral y cumplidor, sin fallos groseros, pero a años luz de una aportación seria para un equipo como el Sevilla. En cuanto a centrales, Koundé Y Diego Carlos, salvo pequeñas excepciones, han hecho una temporada de postín. La costumbre, y lo que se esperaba de ellos, puede restarles las alabanzas del año anterior, pero el nivel ha sido superior aún. Por el contrario, Sergi Gómez, como era de esperar, y Rekik no han sido en ningún momento opción alguna para darles descanso. La opción de reconvertir a Fernando, o incluso Gudelj, de central parecía algo más serio. Dicho todo.
En el centro del campo, Fernando es el mejor mediocentro de la historia moderna del Sevilla. Y es algo que no admite dudas. Por momentos, además, lo mismo hacía el papel de un central de campanillas que de un box to box con llegada y gol. Increíble. Gudelj, sin embargo, dio un paso para atrás en el nivel alcanzado por el grupo esta temporada. Desaparecido tras su partidazo en Stamford Bridge. En este nivel ya no vale con pasarla al que está al lado, tener tres minutos para pensar y hacer un corte bueno y llamativo para llevarte la ovación y confianza del respetable. Simplemente el anterior año dio lo máximo que tenía y en este se ha quedado atrás. No como Jordán, este chico no para de crecer. Tácticamente, defensivamente, en visión de juego, lectura de partidos, físicamente. Por poner un pero, el gol. Carece de la llegada que le daría el salto a crack mundial, sin querer ser exagerado. Todavía tiene tiempo. El jugador que más se le parece, o puede desempeñar su rol en el equipo, es Iván Rakitic. Pero el croata tenía que jugar como el otro volante del equipo, y ya no está para eso. Iván si ha tenido el gol y llegada que le ha faltado a Jordán, sin embargo, le ha faltado mucho del resto que ha tenido el catalán. El punto más flaco que hemos tenido este año ha estado en el centro del campo, para el que llegó el Papu en la segunda vuelta pero que no terminó de coger por diferentes circunstancias. La falta de plantilla hizo que lo primero que tuviera que hacer fuera cubrir la vacante de Ocampos por lesión, como si se parecieran en algo. Un lastre por todos lados la falta de plantilla, de jugadores en el banquillo que sean igual de titulares que los que juegan.
Óliver Torres quizá era el llamado a dar el paso adelante y cubrir ese puesto. No quiero mentar a Éver Banega, sería injusto. Pero sí se esperaba algo más del extremeño. Pero cuatro pinceladas y algunos ratos no son suficientes en la máxima élite. Ese año no valía eso. Como Gudelj, no cogió el barco de la subida de nivel, y lo del año pasado ya no fue suficiente para este año. Óscar hizo lo mejor de la temporada en una brillante eliminatoria ante el Dortmund, titular por sorpresa en Alemania, cogió la camiseta. Pero poco más. Pocas oportunidades y pocas demostraciones. El Mudo, salió ante el Elche para demostrar lo que es, pero hasta él sabía que aquí ya su ciclo estaba más que concluido. En las bandas, Ocampos y Suso no es que fueran titularísimos, es que no han tenido suplentes. Idrissi nunca fue una opción, Munir se borró pronto. Para darles descansos ha sido necesario cambiar el estilo del equipo. Y eso que Suso, jugador al que tenía por irregular, ha completado una temporada gigante, mucho más de lo que parece. Ocampos menos pero también. Sin ser vistosa de cara a portería, este Lucas es un portento. Siempre cree, siempre tira para arriba, siempre es una solución para los nuestros y una complicación para los otros. Y casi siempre, y sin el casi, mermado físicamente. Munir, es la tercera gran decepción. Como Gudelj y Torres, no ha demostrado en ningún momento el nivel para dar el salto de este año. Y mira que un tipo desde banda o segunda línea con gol, con peligro, con cierta punta de velocidad, podría haber sido nuestro grandioso jugador número doce. Pero se borró cuando vio que el nivel no le llegaba. Y en punta, Youseff, el delantero de los veintitantos goles sin tirar penaltis, sin ser titular indiscutible y siendo mandado al banquillo por el entrenador en plenas rachas de gol. El tipo con menos pinta de futbolista y más gol que he visto en mi vida. El tipo con menos cara de killer y más asesino del área que he visto. Yo a de Jong le perdono casi todo tras la fase final de la pasada Europa League, pero si ya le costaba llegar el año pasado, en este ni se le esperaba. Y eso que tuvo un comienzo medio prometedor cuando el viento soplaba a su favor y los demás estaban cansados. Luego ya, vida contemplativa.
Si a Julen Lopetegui, con todo esto, no hay que hacerle un monumento es porque hay que hacerle dos. Con lo que tenía se puede hacer magia, lo posimposible pero no lo imposible. Con once jugadores mal contados por poco arma no un lío gordo, sino el lío del siglo.
Ya hablaremos de lo que está por llegar… Interesante planificación para una interesantísima temporada. Será ya en la próxima publicación.
Comentarios recientes