90.4 y Coordinador de la Escuela de Fútbol Integra para niños con problemas psicoevolutivos.
Socio del Sevilla FC durante decadas hasta que mi corazón rojiblanco me pidió descansar. Actualmente socio Rojo
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Dicen que siempre hay que mirar adelante, que nunca se debe mirar atrás, pero el rico refranero español, también nos dice que Rectificar es de sabios.
¿Y todo esto a qué viene? Pues viene a colación de la vuelta que parece haber dado nuestro Sevilla FC a aquellos comienzos donde se fraguó un Sevilla Campeón. Un Sevilla forjado sobre un concepto olvidado y que parece que vuelve a ser, esta temporada, seña de identidad, me refiero a la COMPETITIVIDAD. Era necesario construir un equipo sólido y solidario, siempre sobre la base de una plantilla de alto nivel técnico para que los aficionados se sintieran orgullosos de sus futbolistas.
El Sevilla de Unai Emery había ganado la tercera Europa League consecutiva, pero gran parte de la afición no estaba contenta porque no se realizaba un fútbol vistoso. En busca de un crecimiento futbolístico que nos pusiera a la misma altura de los llamados «grandes» se dio un golpe de timón, que nos alejaba de la fórmula que tantos éxitos nos había dado. Era un proyecto arriesgado, y más arriesgado nos pareció aquella loca noche de agosto en la que Sampaoli debutaba como entrenador en el Sánchez Pizjuán, con aquel inolvidable 6-4 frente al Español, en el que los sevillistas nos mirábamos atónitos sin comprender muy bien qué era lo que estaba pasando. Con el «amateurismo» de Sampaoli se consiguió un meritorio cuarto puesto que nos dio la posibilidad de jugar la previa de Champions, pero nadie olvidará que el equipo se cayó con estrépito en la segunda vuelta. Después del argentino llegaron Berizzo, Montella y Machin, con sus luces y sombras, pero con el denominador común de dejar la fuerza y el físico en un segundo lugar.
Casualidad o no, regresó Monchi de su periplo romano y el «León San Fernando» llegó con las ideas muy claras, recomponiendo el puzzle que se había desordenado en los últimos años. Ramón Rodríguez Verdejo, constructor de esa fórmula exitosa, nos ha redirigido a ese camino que nos llevó directamente y sin atajos, a ser campeones. Su primer diagnóstico fue certero, faltaban jugadores de verdad, competitivos y partiendo de esa base, pintó el ya «famoso cuadro» en el que se le dio prioridad al físico. Un cuadro que, por cierto, según se desprende de sus propias palabras, parece estar inacabado.
¿Apostar de nuevo por la vieja fórmula te garantiza el éxito? No, está claro que no, pero sí nos acerca a ese Sevilla que nunca se rinde, a ese Sevilla de la Casta y el Coraje, a ese Sevilla que no tiene miedo a ganar, en definitiva a ese Sevilla que se funde con su afición en un mágico abrazo rojiblanco.
Porque nadie duda que unidos, equipo y afición, somos mucho más GRANDES.
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