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En mi amplia y dilatada trayectoria como aficionado sevillista y al fútbol en general, he crecido con la ilusión que genera el período estival en cuanto a noticias, rumorología, partidos amistosos, trofeos veraniegos de enjundia, pero sobre todo, en esperar y conocer los nuevos fichajes que realizaba el club de mis amores y, por qué no, echarlos a pelear con los de los equipos rivales para tantear el potencial de estos a priori.
Pero he aquí que este verano se están produciendo hechos y sucesos que no los había visto con anterioridad ni en épocas en las que “no había ni para balones”, aunque la etapa en la que nos encontramos viviendo vaya camino de ello pese a que el presupuesto de la entidad supere los doscientos millones de euros.
Me encuentro muy preocupado con la situación deportiva del club. No logro entender cómo el Sevilla Fútbol Club y Julen Lopetegui han logrado darse la mano, tras un compás veraniego de espera de dos meses en los que parecía que lo más fácil era extinguir la exitosa relación mantenida durante tres temporadas. Da la impresión que el club no quería o no podía despedirlo por motivos económicos, a la vez que el preparador vasco no iba a renunciar a sus dos años de contrato porque no encontraba ninguna oferta mejor en lo deportivo, pese a conocer de antemano que le iban a vender a dos de sus mejores piezas a las primeras de cambio como así ha sido.
Mi preocupación crece más aún cuando, a día uno de agosto, el Sevilla solamente había realizado un fichaje (Marcao) que, por cierto, parece que no está y no se sabe cuándo se le espera. Ha tenido que transcurrir toda una quincena de agosto para incorporar cedido al teórico lateral izquierdo suplente del equipo (Telles) y confirmar el más que sabido fichaje de Isco. Esta anómala situación de presentarse en agosto con un solo fichaje no lo había visto jamás en mi vida, y creo que en las dos décadas que lleva Monchi al frente de la Dirección Deportiva también es un hecho inédito para él. Más aún cuando se conocía que se iba a desprender de sus dos centrales titulares como él mismo ha reconocido y los sustitutos o no están aquí o no están preparados para competir.
Por eso no paro de preguntarme qué es lo que está pasando de puertas para dentro en el club. ¿Tiene Monchi libertad de movimientos? ¿Hay menos dinero del que realmente se presume? ¿Sólo hay dinero para que los saldos sean positivos y repartir dividendos? La opacidad es total y absoluta: desde el ya famoso informe Legends hasta un simple parte médico de un futbolista. Y todo aquello que se escucha de puertas para fuera, barrunta un movimiento sísmico en el tema accionarial. Haríamos bien en ir abrochándonos los cinturones a corto o medio plazo porque vienen curvas y bastante pronunciadas.
La preocupación continúa en aumento cuando el aficionado se dispone a ver los partidos del equipo de sus amores y observa que no ha existido un parón veraniego de tres meses. Los mismos vicios de la temporada anterior a excepción del espejismo de la primera parte ante el Tottenham: transiciones defensa-ataque muy lentas, circulación de balón más que previsible, esfuerzos continuos y necesarios de los extremos en defender como laterales, plantilla más que avanzada en años, ausencia de presión alta para dificultar la salida de balón del equipo rival, ausencia de recursos para salir de la presión cuando el rival decide venir a buscarte y un amplio y larguísimo etcétera. Cuanto menos da para preguntarse que los jugadores no confían ya en el mensaje de su entrenador o gustaría conocer qué es lo que se ha hecho durante las cinco semanas de preparación en la pretemporada porque, a tenor de lo visto, parece que no ha existido.
Me preocupa, cómo no, que seamos otro año más, ¿otro año más?, sí otro más, el hazmerreir en la RFEF, máxime si añadimos al Comité Técnico de Árbitros, multiplicando su valor desde la llegada de Luis Medina Cantalejo al cargo de presidente de los árbitros.
Nunca comulgué con la sumisión ante tal abuso pero, sin embargo, esa parece la línea marcada desde el club en una estrategia que no entendemos ninguno de los aficionados. Algunos pensarán que de qué sirve dar un puñetazo en la mesa en un fútbol podrido lleno de escándalos que salpican a todos los estamentos federativos, pero creo está más que demostrado que la sumisión o la tímida protesta sí que no sirve absolutamente de nada. Lo que no puede caer en el olvido de ningún sevillista, juego del equipo aparte, es la cantidad enorme de puntos que le birlan y burlan al Sevilla en las últimas temporadas.
Por añadir una preocupación más, no puede quedarse atrás el Consejo de Administración del Sevilla Fútbol Club S.A.D., con su presidente al frente. Un grupo de rectores que aparentan estar más pendientes de sus asuntos personales o profesionales que de los que rigen la entidad sevillista. Un grupo de personas que parecen haberse quedado mayores, caducas u obsoletas y que la cualificación que se les requiere queda en muy dudosa credibilidad. Pero, eso sí, el dinero que le cuesta a la entidad privada (S.A.D.), por muy sentimentalistas que seamos los aficionados a este bello y amado deporte, cuanto menos duplica la cruel subida de abonos. con la que han indignado aún más a una afición que ya acabó cuanto menos cansada en el curso anterior.
Y ante tanta preocupación y tanto ambiente negativo que además se respira a diario en las redes sociales, sólo cabe guardar un huequito para la ilusión. Esa ilusión que aprendí a tener desde niño en las pretemporadas. Esa ilusión que cada vez tiene menos espacio para aterrizar en estas últimas dos semanas de agosto. Esa ilusión que es a lo único que me puedo agarrar en estas fechas, además de pensar que voy a ver una serie de caras nuevas (en plural), donde además se acierte de pleno con las incorporaciones.
Quedan diecisiete días de mercado cuando se escribe este artículo. A expensas de que Gudelj termine saliendo, se necesitan uno o dos centrales. El centro del campo no da a bastos para luchar con equipos que meten una marcha más, se llamen Arsenal u Osasuna. Se necesita juventud, fuerza, piernas, frescura y músculo. Arriba estamos planos, sea por conceptos de juego, por calidad de los futbolistas o por la ausencia de verticalidad y desborde. Deberían llegar dos hombres en esas posiciones en las que solo apunta a dejar hueco Munir.
Hay muchos deberes por hacer. En un simple párrafo se contabilizan cinco entradas y uno ya empieza a deducir que no caben en los días que restan para la finalización del mercado de fichajes. Quizás con esas entradas y la aportación de Isco, si lo recupera Lopetegui para la causa, podamos ver un mejor Sevilla con las ayudas de Telles y Marcao. Quizás, y solo quizás, con la salida de los esperados Gudelj y Munir, si se le suman otras de jugadores ofensivos, ya sean Oliver y algunos más (Ocampos y En Nesiry, cosa que no veo probable), el Sevilla practique otro juego diferente. Es algo que veo complicado desde la concepción futbolística de Lopetegui, pero entre el fútbol atrevido de la primera temporada y el jugar a que no pase nada de nada en la última temporada, pueda encontrarse un modelo híbrido o de nueva creación, para que, aunque no lleguemos a conseguir el Trofeo Zamora, al menos el aficionado sevillista pueda sentirse orgulloso de ver jugar a su equipo y competir con los mejores dentro de sus posibilidades que, de por sí, están o parecen estar mermadas y venidas a mucho menos.
Queda tiempo aún, pero lo que puedo manifestar a día de hoy, es que la preocupación gana por goleada a la ilusión. Ojalá en este partido, que se ha puesto bastante cuesta arriba y que hay que remontar como sea, por lo civil o por lo criminal, entre Monchi y Lopetegui logren realizar esos cinco cambios que concede el árbitro y logren mejorar a la plantilla y cambiarle la cara de muerto que tiene. Depende única y exclusivamente de ellos, del que ficha y del que entrena. Está en sus manos. No quiero pensar en las consecuencias que tendría el no lograr esa remontada tan necesaria. Los aficionados solamente podemos animar y exigir, pero desde el club no deben hacer oídos sordos de la preocupación que ocupa y de qué manera al aficionado. La próxima parada… el viernes ante el Valladolid. Allí estaremos.
¡Viva el Sevilla!
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