Pedro Monago

Nacido en Badajoz, en 1964. Abogado especializado en Derecho Tributario y, en particular, en fiscalidad internacional y transacciones de empresas, con más de 30 años de experiencia. Profesor de los Másteres de Asesoría Fiscal del Instituto de Estudios Jurídicos Cajasol y de la Universidad de Loyola.
Socio del Sevilla FC desde hace 42 años y accionista. Directivo de la Federación de Peñas Sevillistas desde junio de 2004 a junio de 2016, habiendo ocupado los cargos de Secretario y responsable del departamento jurídico de la misma.
Colaborador habitual de los medios oficiales del Sevilla FC, tanto en radio como en Televisión

La teoría del efecto dominó fue utilizada a principios del siglo XX por Heinrich para explicar un modelo primario de análisis de los accidentes laborales en el que estos se conceptúan como “una sucesión de causas y efectos que acaecen de manera secuencial en un determinado orden”. El modelo se muestra como una sucesión de piezas de dominó que en su caída empujan a la siguiente y así, sucesivamente, hasta que terminan por generar el accidente. La consecuencia lógica de este modelo es que evitando la caída de una de las piezas se evita el accidente.
El último mes, desde el partido contra el Borussia en Sevilla, se había ido produciendo una casi continua “caída de fichas” en la trayectoria del equipo esta temporada que generó la lógica alarma respecto a la consecución de objetivos (lógica por lo tremendistas que somos, por distintas razones, aficionados y prensa, no porque tuviera mayor fundamento). Podríamos hacer un análisis de cómo fue cada una de esas caídas y encontraremos todo tipo de explicaciones, desde el un mal desempeño/planteamiento en aquella primera caída, hasta un cierto desinterés en día del Elche, pasando por una cierta mala suerte en la vuelta de Copa contra el Barcelona. En realidad, al cabo, da un poco igual, el caso es que las fichas iban cayendo una detrás de otra hasta el partido de Dortmund, por más que esa noche el equipo diera una mucho mejor cara que, probablemente, también tendría que ver con la necesidad extrema.
Se planteaba así el partido del domingo pasado contra el Real Betis como otra posible ficha caída que nos dejaría muy cerca tanto de la Real Sociedad como del propio equipo de Heliópolis, perdiendo además con este último el goal average. Era, en consecuencia, vital la victoria para acercarnos un poco más a nuestro principal y ambicioso objetivo, que no es otro que clasificarnos otro año más para disputar la Liga de Campeones. Y ganamos, con un partido en el que, en mi opinión, se jugó más o menos como quiso un Sevilla que ha jugado 11 partidos más que sus rivales y que tenía analizada la presión alta verdiblanca y había preparado una respuesta mediante la salida de En-Nesyri buscando la espalda de los centrales (ya hubo otra jugada así antes del gol) para después guardar la ropa con bastante más tranquilidad, a la vista de las estadísticas sobre posesión, disparos a puerta y paradas de Bono, de lo que los lógicos nervios de un partido importante nos hacían pensar.
Esa ficha no cayó (y sorprende que desde la otra ciudad que hay en nuestra ciudad no entiendan una celebración que, por otro lado, no ha sido, desde el club, desmesurada en absoluto), pero está por ver si eso implica que se cumpla la teoría de Heinrich…

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