La pieza teatral del barroco español “Entre bobos anda el juego” (Francisco de Rojas Zorrilla) me sirve para titular este artículo tras ser testigo directo de los sucesos acaecidos en la Junta General de Accionistas (JGA) el pasado 29 de Diciembre. Como en el transcurso de la asamblea hubo cierto debate sobre el significado de la palabra trilero, he tenido a bien incrustarla en el título para hacer un modesto juego de palabras. Todo el Sevillismo sabe ya lo acontecido en las 4 horas largas que duró la JGA por lo que no la voy a desmenuzar. Pero si esbozaré algunas impresiones fuera de los debates que solo importan a los principales accionistas.
La 1ª es la de ver a un presidente del Consejo aislado y sin apoyos, ni siquiera entre los miembros de la mesa. Excepto el consejero que lleva las cuentas y el representante del candidato, todos los demás fueron meras figuras decorativas. ¿Había una 2ª fila en la mesa?
La 2ª fue la actitud de dictadorzuelo del presidente del Consejo. Si sabía ya el chaparrón que se le venía encima lo suyo habría sido dejar hablar sin límite de tiempo y solo al final, en respuesta al clan familiar que principalmente lo acusa de prácticas de jugador de ventaja con tenderete en Calle Sierpes, aclarar que semejantes prácticas las aprendió de quien fue su presidente mientras él ostentaba el cargo de vice.
La 3ª impresión fue comprobar cómo la mayoría de la sala, casi en un 100/%, desaprueba la gestión del actual Consejo en todas sus facetas, pero rechaza también la candidatura de la familia opositora. Fue constante la demanda de unidad dirigida a los poseedores de la mayoría de acciones y la de poner fin a sus rencillas. En este sentido, fue muy triste ver cómo bastante antes del final, antiguos y veteranos sevillistas que en su momento tuvieron peso en el Consejo, abandonaron la sala con un rictus en sus rostro en el que se mezclaba la amargura, la impotencia y la ira contenida: Augusto Lahore, la mejor intervención de la tarde-noche, y Juan Luis Villanueva, silencio elocuente el suyo.
Es inexplicable el enrocamiento del Sr. Presidente, que a día de hoy aún no ha presentado su dimisión sabiéndose solo. Puede entenderse sólo por despecho. Ni por dinero se aguanta semejante asedio. Pero la candidatura opositora debe entender también que el tiempo ha pasado y que a la mayoría de la afición sevillista (abonados, socios, accionistas y peñistas) le disgusta que las JGA discurran con tácticas asamblearias casi de guerrilla urbana, tácticas típicas de otras épocas y lugares y que los más viejos conocemos, y hasta mejor. Por favor, a estas alturas no nos es precisa ninguna demostración chabacana de cómo reventar una reunión inclinando el tablero de juego a favor propio, eso es de primer manual estudiantil para asambleas de facultad de aspirantes a politiquillos.
Lo único positivo fue la aprobación de los puntos (8º y 9º) referidos al blindaje de los símbolos y patrimonio del club, labor en la que todos los grupos que representan al pequeño accionariado, independientemente de que se manifestaran o no en la JGA, han trabajado largamente.
Pasada la JGA, el calentón inicial de los asistentes fue cediendo ante la tristeza, sabedores de la escasa solución de la institución a corto plazo. Entre trileros anda el juego, y la angustia y desazón con la que saliera la afición (abonados, socios, accionistas y peñistas) a los grandes capitales les importa poco o nada. Las bases del Sevillismo pueden tener sus discrepancias e incluso egos que impidan un frente más unitario frente a los principales accionistas, pero nunca la tendrán por sillones ni dinero.
El desgobierno de la entidad, carente total de liderazgo, ya obstruye la remodelación de la plantilla en el mercado invernal. Ante la cada vez más palpable dificultad de movimientos, admiro la labor que Ramón Rodríguez Verdejo está haciendo. Sospecho que está recomendando a ciertos elementos de la plantilla que hagan profesión de fe sevillista porque ve que algunos de la “lista negra” (a saber si fue él quien la elaboró o fue una trola estilo Deportes 4) tras el Mundial son recuperables. En cualquier caso siempre es mejor que las salidas al césped. Escribo esto porque, supongo que lo sabrás Ramón, tienes el honor (para mí lo es) de ser el último en la larga lista de personas o colectivos que concitan la animadversión del balompedismo en versión “discobolista” (de “Discóbolo”, seudónimo del periodista Gil Gómez Bajuelo) “movimiento” iniciador de la leyenda negra del Sevilla FC, por tus conocidas acciones y declaraciones post-partido. Ahora eres tú, pero antes lo fueron Caparrós, Del Nido, Pablo Alfaro y Javi Navarro, la Peña Biri-Biri, Bilardo, Campanal y muchos más. La historia da para un artículo específico.
Pero la crisis estructural es nuestra, nos la hemos fabricado nosotros, no llegó de fuera por mucho que alegren las pajarillas a nuestros “queridos enemigos”. Por ello, desde estas páginas modesta y respetuosamente hago un llamamiento:
Al aún presidente para que asuma su soledad derivada de su deficientísima gestión, que reflexione y que abandone ya por el bien del SFC. Si lo hace limpiará mucho de sus gravísimos errores.
Al candidato para que atienda a dos cosas:
1º si no puede acelerar inmediatamente su reentrada en la sociedad que acepte una tregua mientras los grandes capitales consensuen hasta junio un presidente y consejo interino con idea de dar la estabilidad imprescindible para salvar la categoría, pero que la guerra accionarial termine ya, al menos en lo que resta de temporada.
2º que no nos tome por tontos a los sevillistas.
A los representantes de las agrupaciones de base del Sevillismo les animo a que se entrevisten más pronto que tarde con los grandes accionistas que sostienen al actual mandatario con la idea de convencerlos de la necesidad de retirarle el apoyo que le brindan y consigan lo arriba escrito: un presidente de consenso hasta Junio.
Es mucho lo que nos jugamos.
