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El Sevilla FC a día de hoy es un motor que no termina de arrancar. Le metes la llave, hace el intento pero, a la hora de la verdad, se queda en eso, en el intento. Y como es lógico, la batería se va descargando en cada esfuerzo de arranque. Si no se hace con sentido, al final termina por agotarse. Y entonces habría dos problemas. A todo esto, alrededor del motor, decenas de miles de mecánicos mirando, analizando, donde cada cual da un diagnóstico diferente sobre qué puede estar fallando. Aprovechando el símil, desde que arrancó el año 2022, el Sevilla FC ha ido cuesta abajo y sin frenos.
A inicios del presente año, podíamos agarrarnos a la plaga de lesiones que azotaba al equipo para justificar los esperpentos de partidos de cada jornada, pero lo vivido a lo largo de toda la segunda vuelta de la 21-22, esta pretemporada y los dos partidos de liga que llevamos en este nuevo curso 22-23, ya con la plantilla al completo y reforzada, hace ver que aquellas lesiones eran unos cuantos árboles que no dejaban ver el bosque. La clasificación para Champions League se consiguió la temporada pasada porque la primera vuelta fue espectacular y porque los malos resultados no comenzaron dos jornadas antes. Si no, se hubiera visto un numerito en Nervión. Numerito como los que nos tuvimos que tragar los aficionados con la Champions League, donde en un grupo accesible terminamos saltando a Europa League como terceros, haciendo otro ridículo en la competición fetiche sevillista y encima con una eliminación vergonzosa en Copa del Rey, por mucho que “si hubiera jugado uno de los dos porteros de la primera plantilla no nos eliminan”. Quien no se consuela es porque no quiere.
Desde el 1 de enero de 2022 a hoy, el Sevilla FC ha ganado diez partidos entre todas las competiciones. Desde el club se hizo un esfuerzo más que importante en reforzar al equipo en la pasada ventana invernal de fichajes, pero el efecto esperado no llegó a fructificar y el sevillismo sufrió de lo lindo con la clasificación hasta que se oyó el pitido final en el último partido de LaLiga.
Por medio de todo este “drama”, un nombre propio: Ramón Rodríguez Verdejo, “Monchi”. Es la figura principal sobre quien se centran las miradas de los sevillistas y sobre quien depositamos todas las esperanzas en cada época de mercado, esperando que corte la mala hierba y dé una buena capa de pintura que cambie, para bien, la cara de la casa nervionense. Y eso es un marrón. Un marrón de dimensiones considerables. Y, por mucho que él mismo diga que tiene las espaldas anchas y que su sevillismo le da fuerzas para lidiar con todo, el estar constantemente mencionado tanto para bien como, sobre todo, para mal día sí y día también en prensa, radio, televisión y, principalmente en redes sociales, eso tiene que ser un auténtico martirio sicológico.
La posición de Monchi es complicada de pelotas. Se encuentra siempre a una distancia equidistante entre la planta noble, el césped y la grada. Sus movimientos de mercado están supeditados al dinero que desde un lado le conceden para hacer su trabajo y las exigencias que el cuerpo técnico le solicita para hacer que el equipo suba en competitividad. Todo ello con la prensa y la afición observando con lupa todos sus movimientos, su declaraciones, llegando incluso a analizar la postura de su cuerpo y el gesto de su cara en las fotos que se publican. Telita…
A día de hoy, los problemas se le han acrecentado al tener a la afición dividida entre los partidarios y los detractores del entrenador del equipo, Julen Lopetegui. La Europa League conquistada en 2020 y las tres clasificaciones consecutivas para Champions League vía LaLiga son la defensa de los unos. Su juego defensivo, sumado al estigma de la traición a la Selección para fichar por el Real Madrid y el insulso y desesperante juego que viene haciendo el Sevilla Fútbol Club desde hace tantos meses atrás, el de los otros.
Estoy seguro que él mismo desea un cambio radical de dinámica. Muy seguro de que él es el primero que espera que su trabajo se vea reflejado en rendimiento y resultados sobre el césped. Estoy tan seguro que él lo espera como lo esperamos todos los apasionados de nuestro equipo.
La situación actual entre equipo y grada es tensa. La desilusión en la afición es grande. El futuro se vaticina oscuro. El plantel y el banquillo, visto lo visto, se antoja sobrevalorado. Pero quedan dos semanas por delante para llevar a cabo salidas y entradas. Monchi en el ojo del huracán. El marrón del hombre es de órdago. Yo, la verdad, no quisiera estar ahora mismo en su lugar.
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