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Mamen Gil - Columnas Blancas

Adiós, tristeza

No hay más ciego que el que no quiere ver… El equipo está roto y lleva así desde mediados de la temporada pasada y desde entonces vamos en caída libre y sin frenos. No sé si el problema es de los dirigentes, de la dirección deportiva, del entrenador, de los jugadores… O tal vez de todos. Y, o a esto se le da un cambio radical, o va a ser una temporada muy, pero que muy dura.

Sí, sé que hemos tenido muchísimas lesiones, demasiadas (algo que, por cierto, tampoco es normal), pero si no hubiera sido por los puntos de ventaja que sacamos a nuestros rivales en la primera vuelta, no hubiéramos conseguido el objetivo de clasificarnos para la Champions. Eso no debe hacernos olvidar el ridículo que hicimos en las competiciones europeas y en la Copa del Rey. No tapemos el sol con un dedo.

No soy técnica ni analista y reconozco que cada vez entiendo menos de fútbol, pero sí entiendo de sevillismo y de sentimientos y como, creo que ya he comentado en alguna ocasión, el fútbol, como la vida misma son estados de ánimos y en estos momentos el sentimiento generalizado en el Sevilla FC es el de tristeza… Tristeza por las guerras accionariales, tristeza, por la planificación de la temporada, tristeza entre la afición…

Y entre toda esta tristeza, la que más me preocupa es la que parece que se ha instalado en nuestros futbolistas. Una imagen vale más que mil palabras y, aunque después se quiera hacer chanzas para negar lo evidente, las caras de nuestros futbolistas son todo un poema. La cara es el espejo del alma y, si echamos un vistazo a la videoteca, por ejemplo, a los ‘desde dentro’, podemos observar cómo salen los jugadores al campo desde hace varios meses… tensos, sin una sonrisa en la cara, como si en vez de a la hierba de un campo de fútbol salieran a la arena del circo romano, a la espera de ser devorados por los leones.

¿De dónde viene esa tristeza?. ¿Esa aparente apatía?. ¿Por qué no están a gusto?… No tengo ni idea ni me corresponde a mí averiguarlo, doctores tiene la Iglesia y ya están tardado mucho en dar con las respuestas. No hay nada peor que la incertidumbre y solo teniendo un diagnóstico podemos asumir la enfermedad, a partir de ahí podremos comenzar a poner la solución y cambiar el duro… Cambiar la tristeza por la alegría, las derrotas por las victorias, pues como dice Bilardo: “ganar no es lo más importante, es lo único”.

Sí, la temporada va a ser dura, no solo por lo que pase en los terrenos de juego, también por lo que pasa y lo que no debe de pasar en los despachos, pero lo que no debemos caer es en la trampa de las discordias entre nosotros, entre los aficionados. Ya está bien de decir si se es más sevillista o menos sevillista si se opina de una forma o de otra. No somos nadie para dar lecciones de sevillismo. Sevillista es el que ama a sus colores, a su bandera, a su escudo, más allá de las filias y las fobias con tal jugador, tal entrenador o tal presidente.

Dejemos opinar libremente y, repito, no caigamos en la trampa, pues ya sabemos eso de “divide y vencerás”, algo que solo beneficia a los que quieren obtener el poder a costa de lo que sea. Nuestra labor no es esa, es estar con los nuestros. A lo largo de la semana podemos hacer y decir lo que nos dé la gana, faltaría más, pero mientras que los de colorao estén en el campo, que no les falte nuestro aliento. Los guardianes de Nervión, tenemos en nuestras manos una importante herramienta, que no es otra que poner nuestro granito de arena para que la sonrisa vuelva a la cara de todos.

Cuando llegue la Asamblea General de Accionistas y cuando llegue el final de temporada, pediremos cuentas a unos y otros. Mientras tanto, lo dicho, a lo nuestro, a ayudar a despedir a la tristeza y que pronto vuelva a sonar eso de… “fuera las penas, viva la alegría, porque esta noche ha ganao mi Sevilla…”

Área de Historia SFC

Ramírez, el muerto que habla

Si mi abuelo Paco compartiera ahora vestuario con Navas, Ocampos o Koundé, los periodistas deportivos probablemente dirían de él que era un futbolista que hablaba en el campo, porque fuera de él, la verdad es que hablar, hablar, hablaba más bien poco. Pero mi abuelo Paco, conocido en el mundo del fútbol como Ramírez, compartía vestuario  con hombres como Spencer, Ocaña o Kinké y un cronista de la época se refirió a él, allá por 1918, como ‘el muerto que habla’.

Como digo, mi abuelo Paco era poco hablador y de su época como futbolista apenas sabíamos nada, salvo que era el jugador que más goles había marcado en un solo partido (8 goles en el famoso Sevilla-Betis del no menos famoso 22 a 0) y que le decían ‘el matador del Betis’ porque siempre o casi siempre que se enfrentaba a ellos le marcaba algún gol.

Y ahí acababa la historia, al menos eso pensaba yo… Pero no, la historia no había hecho más que comenzar y todo gracias a la labor de unas personas que llevan años rescatando datos del olvido. Años de investigación en bibliotecas y, sobre todo en hemerotecas, robando tiempo a su tiempo para poner en conocimiento de todos, qué somos y de donde venimos. Aunque oficialmente, el Área de Historia del Sevilla Fútbol Club cumple diez años, son muchos más los que llevan indagando y trabajando en ello. Entre sus grandes logros el hallazgo de los documentos que daban fe de su fecha fundacional y la puesta en marcha del Museo, un museo acorde de la categoría del club.

Pero el Área de Historia del Sevilla Fútbol Club no solo ha rescatado del olvido la historia de la entidad, también lo está siendo con la historia individual de todos y cada uno de los integrantes de esta entidad deportiva desde sus orígenes hasta nuestro días.

Así, el Área de Historia del Sevilla Fútbol Club ha recuperado parte de mi historia, una historia que forma parte ya de mi memoria sentimental. Gracias a ellos sé que mi abuelo comenzó su carrera futbolística en el Andalucía FC en 1913, continuando posteriormente en el Unión Andalucía Recreativo, desde donde pasaría al Sevilla Football Club a finales de 1915, y que durante el tiempo que permaneció en la entidad consiguió cinco campeonatos de Andalucía.

También sé que, aunque comenzó como delantero, la llegada de otros futbolistas como Spencer o Kinké, provocó que bajara su posición al puesto de medio centro. Las crónicas deportivas se referían a él como ‘temible shootador’, ese jugador de ‘larga silueta, delgado y con la piel muy cetrina’, o con el ya mencionado ‘el muerto que habla’. Son datos de su etapa futbolística, pero también he recuperado algunos datos de su vida personal, como su participación en la Guerra de África o el número y la calle donde pasó sus primeros años de vida.

Dicen que la historia es el estudio y la narración de los sucesos del pasado, pero como podemos comprobar en el día a día, es mucho más que eso. Enhorabuena y gracias mil a todos los miembros del @AHistoriaSFC, pero permitidme un agradecimiento especial a dos personas, a Agustín Rodríguez (q.e.p.d.) por llamarme hace ya muchos años desde la radio del club para que hablara de mi abuelo, y a Antonio Ramírez (@voladizogolsur) que un buen día me mandó una foto a Twitter para preguntarme si el que aparecía en ella era mi abuelo.

Y gracias también de parte de mi tía Herminia, hija de Ramírez, que con más de 90 años pudo tocar algunos de los trofeos ganados por su padre. A punto de cumplir los 95 sigue trasteando con el WhatsApp y con las Redes Sociales, y aunque dice que no sabe por qué, porque «ella no ha hecho nada», borra continuamente las fotos de ese día, reclamándome al segundo que se las vuelva a enviar…

…Y no, no sabemos aún por que un cronista deportivo dijo de Ramírez que era ‘el muerto que habla’, pero no cejamos en el empeño, pues la historia siempre habla.

Eindhoven y los abrazos perdidos

Tener la oportunidad de abrazarte cuatro veces y no poder hacerlo fue muy duro, pero el resultado mereció la pena. Quince años han pasado desde entonces, quince años de abrazos perdidos. ¡Cuántas veces habíamos soñado con celebrar algo grande!, ¡Cuántas veces me habías hablado de esa liga ganada y la copa del 48…! Tú eras aún un niño, decías, y por eso querías celebrar una competición importante como adulto, un trofeo que pudiéramos vivir y disfrutar todos juntos.

Siempre he dicho que genéticamente ya era sevillista (no podía ser menos siendo nieta de Ramírez), pero fuiste tú el que me enseñaste a vivir y a sentir en sevillista. ¡Tantas temporadas de la mano…! Disfrutamos y sufrimos con tu Sevilla, con nuestro Sevilla, pero lo máximo que habíamos podido celebrar era algún ascenso a Primera, trofeos Ciudad de Sevilla, Colombino, Carranza… Que no está mal, pero tú querías algo con más enjundia, querías que volviera el Sevilla de tu infancia, ese que levantaba admiración por los campos de fútbol, ese que era capaz de disputar los Campeonatos de Copa y Liga, pero no pudo ser.

Te marchaste en el año del Centenario. Cumplimos con nuestro ritual de ir al Sánchez-Pizjuán hasta que tu cuerpo aguantó. ¡Maldita enfermedad que impidió que pudiéramos disfrutar juntos todo lo que estaba por venir!, porque al ritmo del Himno del Centenario nos plantamos en una final, ¡una final europea! Fue el 10 de mayo de 2006, antes, un jueves de feria, nos clasificamos para esa final tras un gol de un canterano, de los que a ti te gustaban, Antonio Puerta. Y sí, 58 años después llegábamos a una final.

Moví Roma con Santiago hasta que conseguí las entradas para la final. Ya no quedaba vuelo directo para Eindhoven y lo hice vía Bruselas que, a la larga, fue lo mejor, pues no veas la que se lió a la vuelta en el aeropuerto de Eindhoven. ¡Qué bonito fue todo, papá…! Cánticos sin parar en el aeropuerto de San Pablo, todo de rojo y blanco. Cánticos en el avión, en la llegada a Bruselas y en el autobús hacia Eindhoven, y no te digo nada de cómo estaba la Fan Zone. Exaltación de la amistad sevillista al máximo.

Nos fuimos prontito al Phillips Stadium, queríamos ver cómo llegaba el equipo. No fuimos los únicos que tuvimos la misma idea, pues aquello ya estaba lleno de banderas rojas y blancas, de las nuestras. Las del otro, las del Middlesbrought llegarían más tarde. Y con los nervios a tope, comenzó el partido. En el minuto 25 llegó el primer gol, pase de Dani Alves y gol de cabeza de Luis Fabiano. Salté de la silla y miré a los lados, pero tú no estabas, no te pude dar el abrazo de rigor, no podía celebrarlo contigo.

Aunque llevaba toda esa temporada sin ti, solo allí en Eindhoven, fui consciente de que ya no volverían esos abrazos futboleros, ni esos ni ninguno, y fue entonces cuando decidí celebrar los goles sin abrazos, solo la mano y la cabeza levantadas hacia el cielo. Tras Luis Fabiano llegaron tres goles más, dos de Maresca y uno de Kanoute.

Middlesbrough 0 Sevilla 4, ese fue el resultado final. El Phillips Stadium botaba como si fuese Nervión y todo el mundo lloraba, lágrimas de alegrías y penas. Lágrimas que llamaron la atención de todo el mundo, lágrimas productos de la eclosión de muchos sentimientos. Lágrimas de pena por esos padres y abuelos que nos inculcaron el amor a nuestros colores y que no estaban ya con nosotros… Y lágrimas de alegría, porque ellos no estaban, pero nosotros sí y habíamos sido testigo de algo histórico, algo que sabría Dios cuando íbamos a volver a vivir…

Y mira tú por dónde, ni ha sido la primera final ni el último título. Repetimos Uefa al año siguiente en Glasgow y después tres Europa League seguidas (que es lo mismo que la Uefa pero con otro nombre), Turín, Varsovia y Basilea (2014, 2015, 2016). Todas en el mes de mayo, ¡qué bien le sienta el mes de mayo al Sevilla…! Bueno, el de mayo y el de agosto, pues los trofeos no quedaron ahí, en el año del confinamiento y la pandemia, en el 2020, también tocamos plata, esta vez en Colonia… Seis Uefa Europa League… Pero hemos levantado más trofeos: dos Copas del Rey, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España… ¿Qué te parece?, no está mal, ¿verdad?… Pues podían haber sido más, pues en lo que llevamos de siglo XXI hemos jugado 19 finales.

Quince años han pasado, quince años de celebraciones y de abrazos perdidos y aún recuerdo como si fuera ayer aquél 10 de mayo de 2006. Fue la primera final, la primera copa, y ya se sabe que las primeras veces tienen un sabor especial y nunca se olvidan.

Imagen de @recuerdossfc

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