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Julián Muñoz - Columnas Blancas

Aversión a la pérdida

Como muchos de ustedes, pertenezco a varios grupos de aficionados sevillistas en las redes sociales. También como muchos de ustedes, me he dado cuenta de cómo a lo largo de esta temporada va creciendo en las redes el número de mensajes que son críticos con el juego del equipo y con el entrenador, y de mensajes pesimistas sobre lo que lograremos, o más bien sobre lo que no lograremos, esta temporada.

Ya pertenecía a muchos de estos grupos la pasada temporada y tengo la sensación de que el número de críticas y mensajes pesimistas se ha incrementado notablemente, lo que a menudo provoca airadas discusiones entre los mismos aficionados que pertenecen a ellos. Ya en Columnas Blancas algún articulista ha tratado con anterioridad, y de forma brillante, sobre este tema. Y es que parece claro que las posturas se han ido radicalizando, aunque todos vemos los mismos partidos y resultados del equipo.

En este artículo no pretendo defender ninguna de las posturas enfrentadas, ni ahondar en los motivos por los que personalmente soy crítico o no con el entrenador, con el juego o con los resultados, sino que intento abordar por qué ha cambiado la percepción de un número notable de sevillistas sobre el juego y el entrenador con respecto a la pasada temporada.

Se habla una y otra vez sobre que los sevillistas somos y debemos ser exigentes como una seña de identidad, pero me pregunto ¿por qué a diferencia de la temporada pasada hay posturas tan enfrentadas? La temporada pasada, en el último tercio de la Liga los comentarios eran en general muy positivos y nos ilusionábamos con la posibilidad de poder ganar dicha competición, aunque sabíamos que era una tarea muy complicada. En la jornada 27 estábamos en cuarta posición, con 54 puntos y a 9 puntos del líder, mientras que este año en esa misma jornada estamos en segunda posición, con 55 puntos y a 8 del líder. Parece que objetivamente estamos en una situación muy similar, y si bien hay un número demasiado elevado de lesionados a estas alturas de la competición, el entrenador y estilo de juego es el mismo y este año sin duda tenemos algunas incorporaciones muy valiosas al plantel del equipo, mientras continúan estando las figuras claves de la temporada pasada.

En el siguiente gráfico se muestra la posición clasificatoria del Sevilla FC jornada a jornada en la temporada 2020/21 en azul y en rojo en la 2021/22.

Parece que objetivamente la temporada está siendo bastante mejor que la anterior y que lo ha estado siendo a lo largo de todas las jornadas sin excepción.

En el siguiente gráfico muestro la diferencia de puntos del Sevilla con el que fuera líder de la clasificación en cada jornada de las dos temporadas. De nuevo la línea roja corresponde a la temporada 2021/22 y la azul a la 2020/21. Cabe señalar que en las dos temporadas ha habido equipos que tenían jornadas atrasadas o adelantadas, por lo que la diferencia con el líder a veces aumenta o disminuye en más de tres puntos de una jornada a otra.

De nuevo, objetivamente parece que esta temporada está siendo bastante mejor en cuanto a las opciones a alcanzar al líder en casi cada jornada.

Si en 2009 nos muestran estas dos gráficas, probablemente todos hubiéramos dicho que los comentarios de los sevillistas en los foros en los que debatimos deberían ser más positivos y entusiastas en la temporada 21/22 que en la 20/21. En ambos gráficos vemos resultados objetivos, es decir, posición en la clasificación y diferencia con el líder de la misma en cada momento, y no entramos en aspectos subjetivos como las sensaciones que nos provoca el equipo o la confianza que tenemos personalmente en los jugadores y el entrenador.

De nuevo, a la vista de los datos, me pregunto ¿por qué esta temporada hay posturas más criticas entre los aficionados que la temporada anterior? Podemos decir que en el último gráfico entre las jornadas 26 y la 33 de la temporada 20/21 hubo una mejora impresionante y casi ininterrumpida, mientras que esta temporada desde la jornada 20 hasta la última que se ha jugado parece que se ha aumentado casi constantemente la diferencia con el líder. Obviamente en la jornada 27 de la temporada pasada no sabíamos que ocurriría hasta el final de la Liga, como tampoco lo sabemos en esta temporada, y sólo nos podemos basar en los datos históricos de qué ha ocurrido hasta ahora en ambas temporadas. Esos datos históricos son, hasta la jornada 27, mejores que los de la temporada pasada. En mi opinión, lo que ha cambiado, son las expectativas. No me refiero a los objetivos del club, que son los mismos en ambas, clasificación para la Champions y si se puede, luchar por la Liga hasta el final. Intentaré explicarme recurriendo a un concepto, común en psicología y economía, denominado “Aversión a la Pérdida”.

Los economistas, a la hora de elaborar sus teorías, llevan mucho tiempo pensando que las personas somos racionales, es decir, que tomamos decisiones evaluando de modo fidedigno los costes y beneficios de las opciones a las que nos enfrentamos antes de actuar. De esta forma, trasladándolo al tema que nos ocupa, la persona racional tomaría en cuenta los datos objetivamente antes de hacer un comentario en las redes y diría que nuestra posición en la tabla, los puntos obtenidos y nuestras opciones de ganar la Liga son claramente mejores que las de la temporada pasada. De nuevo se quedarían fuera datos subjetivos como sensaciones, si el juego nos parece más bonito o no y cómo evolucionaran en cuanto a lesiones tanto nuestro equipo como los rivales en lo que resta de temporada, etc… Por simplificar, al no ser datos contrastables, se dejarían fuera de una decisión racional.

Los psicólogos Kahneman y Tversky pusieron en duda este supuesto de los modelos económicos, al demostrar que las personas evaluamos las ganancias y las pérdidas de forma diferente. Racionalmente, una ganancia de 100 euros debería compensar una pérdida de la misma cantidad. Sin embargo las pérdidas se odian más de lo que se aman las ganancias. Esto queda bastante claro si exponemos el experimento llevado a cabo por Kahneman y Thaler con un grupo de personas.

En el experimento, a los participantes se les dividía en dos grupos. Al primero de ellos se le regalaba una taza y luego les preguntaban por cuánto la venderían. Al segundo grupo no se le regalaba la taza, sino que se les mostraba la taza y se les preguntaban en cuánto la valoraban, es decir, cuál creían que podría sería su precio justo.  Al tratarse de un grupo grande de personas, cabía esperar que la valoración sería muy similar en ambos grupos, es decir, que los que tenían la taza estuvieran de acuerdo en venderla por, digamos, 10 euros, y los que no tenían la taza estimaran que su precio era aproximadamente de 10 euros, y por lo tanto que ambos grupos, de media, valorarían en la misma cantidad aproximada la misma taza. Sin embargo las valoraciones de los sujetos del experimento se vieron afectadas por que se les hubiera dado o no la taza al comienzo del experimento. El grupo que tenía la taza consideraba que su valor era, en promedio, mucho más alto que el que consideraban aquellos que no recibieron la taza al inicio del experimento. Por tanto, los mismos resultados parecen mejores o peores dependiendo del punto de referencia del que se parta. Si se empieza sin la taza, recibir una es una ganancia, pero si se empieza ya con una, renunciar a ella se representa como una pérdida que es más dolorosa, ya que una vez que se posee algo, se vuelve más valioso para su poseedor. Algo que compramos por 10 euros, no lo venderíamos a los dos o tres años por esa misma cantidad, independientemente del valor objetivo de mercado. No es equivalente la alegría de ganar una taza que no se tiene a la de perder la taza que ya se tiene, por lo que aquellos que no tenían la taza valoraban su precio en 10 euros, mientras que los que la tenían no la venderían por menos de 20. Este efecto es el que se denomina aversión a la pérdida, nos alegramos menos de ganar 10 euros que lo que nos disgustamos si perdemos 10 euros que ya tenemos.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el tema que estamos tratando? En mi opinión, la temporada pasada no tuvimos hasta la jornada 25 la opción de ganar la Liga, todos lo veíamos como imposible. Después el equipo hizo una segunda vuelta impresionante y cuando estábamos en la jornada 33 a 3 puntos del líder habíamos vivido esa situación como una ganancia. Al final de la temporada conseguimos el objetivo de clasificarnos para la Champions, pero no de ganar la Liga, pero gran parte de la afición estaba contenta porque habíamos luchado por la competición hasta el final cuando casi nadie consideraba que el Sevilla estuviera entre los favoritos al comienzo de la misma. Es el mismo efecto que observamos cuando nos eliminan de una Europa League en Cuartos habiéndola ganado varias veces a diferencia de cuando nos eliminaban en Cuartos no habiéndola ganado nunca. Aunque las situaciones son objetivamente idénticas, en el primer caso nos llevamos una decepción mucho mayor que en em el segundo, pues consideramos una pérdida no ganarla.

 En esta temporada llevamos 16 jornadas siendo los segundos, habiendo estado muchas jornadas a una diferencia de entre 2 a 4 puntos del líder. No tener opciones en las últimas jornadas de luchar por la Liga nos parecería una pérdida de algo que hemos tenido cerca y, por tanto, aunque terminemos entre los 4 primeros a 9 puntos del líder como el año pasado, tendremos un mal sabor de boca que sería peor en comparación que el buen sabor de boca que tuvimos el año pasado al final de temporada. Este año sí, durante muchas jornadas hemos creído que esta era nuestra Liga, una oportunidad de cada 20 años e incluso los comentaristas en los medios de comunicación nos han considerado un posible aspirante casi toda la temporada, de tal forma que a pesar de haber hecho una mejor campaña que la anterior y sabiendo lo improbable que es que consigamos la Liga, esta temporada nos parece una pérdida de algo que teníamos al alcance de la mano, mientras que la temporada pasada nos parecía una ganancia haber llegado a estar tan cerca del líder casi hasta las últimas jornadas.

Esta es la diferencia de expectativas a las que me refería, esta temporada hemos llegado a creernos entre los favoritos a ganar esta Liga, mientras que la temporada pasada no. A pesar de que no lo confesamos y siempre decimos que ganar la Liga es muy difícil y es poco probable que podamos lograrlo, en el fondo creíamos/creemos que esta sería/será la nuestra y perder algo que creíamos que teníamos nos resulta más doloroso que lo que nos alegraría ganar algo que no creíamos que pudiéramos tener. Por eso muchos intentan justificar el enfado que tienen de que nos distanciemos del líder criticando al entrenador, al equipo, a la planificación, a los árbitros, etc… En esto nos estaríamos acercando a las aficiones del Madrid o Barcelona, que si no están entre los puestos de cabeza o a pocos puntos del líder, consideran que están en una crisis, pues para ellos ningún resultado es bueno sino el de ganar la competición. Actúan conforme a sus expectativas y reaccionan con aversión a la pérdida. Es la emoción y no los datos objetivos lo que provoca esa diferencia de percepción respecto a la temporada pasada.

Aquí “ni quito ni pongo rey” y no es mi objetivo argumentar a favor de unos u otros, sino simplemente de explicar las emociones que tenemos a estas alturas de la temporada y desear que, al reflexionar sobre ellas, nos tratemos un poco mejor entre sevillistas en las redes.

Culebrón Sergio Ramos

El diario Marca, Diario de Sevilla y La Sexta, entre otros medios, adelantan que en la segunda temporada de la serie documental de Amazon sobre la carrera de Sergio Ramos, el futbolista de Camas tratará el tema de su salida del Sevilla y lo hará en los siguientes términos:

«Mi fichaje por el Madrid fue un traspaso totalmente acordado entre clubes, entre Florentino y Del Nido. Jamás fue un pago de cláusula como se vendió»

Ramos, al parecer al borde de las lágrimas, comenta que el mayor dolor que ha llevado dentro es la forma en que lo trataba el sevillismo al jugar en la bombonera de Nervión, no tanto por sí mismo, sino también porque sus padres y abuelos no pudieran ni pisar el campo del Sevilla.

Según comenta, esta reacción de la afición es la que lo lleva a actuar con rabia cuando ha jugado en Nervión con el Madrid, ha marcado un gol (penalti a lo Panenka incluido) o ha ejecutado uno de sus feos gestos a la grada. Básicamente por “todo lo que han sufrido los míos”.

Si todo esto es cierto, lo lógico sería preguntarse por qué no aclaró la situación en su momento, si consideraba que se estaba mintiendo al sevillismo respecto a su fichaje. Según él, la respuesta es que “era un chaval que carecía de experiencia para explicarlo bien”

Foto: Kiko Hurtado

En su momento se le realizaron muchas entrevistas a Sergio Ramos, donde tuvo la oportunidad de mencionar que su fichaje había sido por acuerdo entre los clubes. Personalmente, no creo que sea algo tan difícil de explicar.

Sin embargo, no es la primera vez que el futbolista hace referencia a este tema, a pesar de que en 2.013, según Mundo Deportivo, el Sevilla FC demostró documentalmente que los representantes, el hermano del futbolista René Ramos y Pedro Bravo, llegaron a la sede de la Liga de Fútbol Profesional poco antes de las doce de la noche del último día de la ventana del mercado de fichajes para pagar la cláusula en nombre del futbolista.

El documento presentado por el Sevilla, siguiendo lo que publicó este medio deportivo, especifica: “Siguiendo instrucciones de su representado y de conformidad con lo establecido en el contrato de trabajo de jugador profesional por aquel suscrito con el Sevilla Fútbol Club SAD, de fecha 13 de enero de 2005, manifiesta su deseo de resolver y extinguir el citado contrato a partir del día de la fecha de la presente comparecencia, dejando depositado en este acto ante la Liga Nacional de Fútbol Profesional, para su oportuna puesta a disposición del Sevilla Fútbol Club SAD, cheque bancario del Banco Santander Central Hispano, número 7.213.100 , por importe de veintisiete millones de euros”.

Fuente: Mundo Deportivo 12/07/2013

La propia página web del Real Madrid mencionó en su momento que «Tanto el Real Madrid como el jugador Sergio Ramos han decidido proceder al ejercicio de dicha cláusula tras asegurar con el Sevilla que dicho procedimiento no sería considerado hostil».

Tal vez el camero se refiera al presunto pacto entre presidentes, Del Nido y Florentino, de que el pago de la cláusula no sería considerado por el Sevilla un “acto hostil” y así los dos presidentes quedaban bien con sus aficiones, Florentino por el fichaje y Del Nido por no haber cedido ante el Madrid y obligar al pago íntegro de la cláusula de rescisión, como había prometido. Pero obviamente eso no es lo mismo que un traspaso. Si el futbolista en su momento alegó no haber explicado bien el tema de cara a la afición del Sevilla porque era un chaval inexperto, ahora desde luego no lo es y es muy capaz de dar una explicación correcta sin insinuar que la directiva del Sevilla engañó a su propia afición.

Quizás la explicación de por qué Ramos vuelve a la carga con el tema, la tengamos en su situación actual con la negociación de su renovación en el Madrid o más bien, a la falta de negociación. En una entrevista concedida a Ibai Llanos, reiteraba (como suele hacer) su sentimiento sevillista y dejaba en el aire la posibilidad de terminar su carrera en el Sevilla como Jesús Navas. Esta posibilidad es obviamente (como poco) complicada porque la afición sevillista no vería en ningún caso con buenos ojos su vuelta, a diferencia de lo ocurrido con Reyes, Navas o Rakitic. El camero lo sabe perfectamente y quizás intente dejarse abierta esta puerta (tal vez simplemente como parte de su postura negociadora con el Madrid) intentando congraciarse con la afición sevillista con sus declaraciones en la serie documental de Netflix.

Debo confesar que nunca he tenido especial animadversión a Ramos. Por una parte, con las cosas de comer no se juega y el defensa vio una oportunidad de oro para su carrera profesional en el Madrid, y aunque fuera desagradecido con el Sevilla, nadie puede negar que le ha ido bastante bien hasta la fecha. Por otra parte, siempre ha declarado ser sevillista, aunque no lo haya demostrado, y no tengo motivos para dudar de que, muy en el fondo, eso sí, siga considerándose así.

Pero también debo confesar que su actitud chulesca cuando juega contra el Sevilla FC sí que me ha irritado muchas veces. Los gestos hacia la afición en el campo no pueden justificarse en modo alguno.

En sus palabras “Jamás fue un pago de cláusula como se vendió, eso generó que la afición no me tratase con el mismo cariño que yo siempre les he tenido y tendré» hay claramente dos mentiras:

Primera. Como muestran los documentos fue efectivamente un pago de la cláusula.

Segunda. Si de verdad hubiera sentido que Del Nido engañó a la afición sevillista, lo lógico es que mostrara animadversión hacia el expresidente, pero en ningún caso hacia la grada, y sus actos en el terreno de juego no demuestran ese aprecio a la afición sevillista ni de lejos.

Como bien indica el blog Sevillismo, ha marcado siete goles al Sevilla (algunos con dedicatoria a Del Nido, pasándose la mano por la cabeza para indicar una calva) y los ha celebrado con efusividad desmedida. Sin ir más lejos, como muestra un botón, hace pocos años en una  eliminatoria de Copa en Nervión, le quita el balón a otro jugador para tirar él un penalti, lo hace a lo Panenka, para a continuación celebrarlo yéndose a enfrentar a los Biris con las manos detrás de las orejas, en un típico gesto de chulería. Recuerdo perfectamente mi “cabreo” esa noche.

Un jugador de su innegable categoría internacional, no puede dejarse llevar por los abucheos y encarar a la grada en ningún caso, no digamos ya si sintiera el mínimo aprecio por nuestra afición. No puede pretender que cada vez que juega en Nervión, los pitidos del público le provocan una especie de “enajenación mental transitoria” que le hacen comportarse involuntariamente de forma injustificable con esa afición a la que tanto cariño dice tener. De ser esto así, los árbitros se encararían con el público partido sí y partido también.

En definitiva, no creo que ese nuevo intento de lavado de cara con la afición sevillista vaya a hacer cambiar de opinión a la grada nervionense. “Hechos son amores y no buenas razones”.

El cisne rojo

Durante las últimas semanas, en los medios de comunicación, tanto locales como nacionales, en las redes sociales y en las charlas de bar, ha surgido insistentemente la pregunta de si el Sevilla F.C. podría considerarse seriamente un aspirante a hacerse con el título de Liga.

Al reflexionar sobre esta cuestión, parto de la base de que ni los lectores ni yo somos objetivos al respecto y que para responder al interrogante debemos intentar separar nuestros deseos de la realidad, si es que eso es posible. La derrota en casa contra el Barcelona, aunque bien pudo haber terminado en empate, es un baño de realidad, pero no es la última palabra.

Lo primero que se me viene a la cabeza es que el fútbol, ahora más que nunca en su historia, es un negocio. Seamos francos, para ti, lector y para mí, es un sentimiento, un estado de ánimo, una fe… llamémosle como quiera. Pero la economía mueve el mundo, y desde el punto de vista económico nosotros somos consumidores de un espectáculo que mueve miles de millones de euros. En la pasada temporada y en esta, hemos podido comprobar cómo el fútbol es un espectáculo que es capaz de continuar haciendo negocio incluso si los aficionados no pueden asistir a verlo en directo, porque los ingresos por abonos y entradas solamente son un porcentaje relativamente menor del dinero que se genera.

Un estudio de la consultora Price Waterhouse Coopers, recogido por La Vanguardia, indicaba que ya en la temporada 2016/17, la industria del fútbol profesional generaba en España un volumen de ingresos de 15.688 millones de euros, lo que suponía el 1,37% del PIB del país. Además, la actividad de los clubes profesionales españoles de Primera y Segunda División daba trabajo, directa e indirectamente, a 185.000 personas.

Como en cualquier industria o negocio, no podemos pensar que el presupuesto anual de un club, no afecta a su resultado deportivo. Es una obviedad que, aunque no existe una relación directamente proporcional, a mayor presupuesto, mayores probabilidades de conseguir títulos y esto es especialmente cierto en una competición donde no prima la sorpresa y la épica sino la regularidad, como ocurre en la competición liguera.

En las competiciones con eliminatorias, es más fácil que un club con un presupuesto medio-alto, como es el del Sevilla a nivel mundial, pueda eliminar a doble partido, y más si es a partido único, a rivales con mayor presupuesto, y ahí tenemos de muestra las Europa Leagues y las Copas del Rey que el Sevilla ha conseguido en los últimos quince años. ¡Cuidado! que obtener uno de esos títulos ya es muy difícil, pero conseguir todos los que ha logrado el Sevilla va en contra de cualquier probabilidad y es de un mérito tremendo, casi increíble, aunque estarán conmigo en que una competición como la Liga, donde prima la regularidad, es harina de otro costal.

El negocio que a nivel internacional generan Madrid y Barcelona, implica desde a las televisiones chinas y del medio oriente, hasta la venta de merchandising en todos los rincones del mundo. Hace unos años hice un viaje a Israel y Palestina, y me llamó poderosamente la atención como en las ciudades palestinas casi todos los balcones tenían dos cosas: una antena parabólica y una bandera del Barcelona o del Madrid. Si les preguntabas a los ciudadanos, te contaban las auténticas broncas que tenían entre ellos cuando discutían sobre estos clubes. Los coches y autobuses llevaban banderines y los niños jugaban en las calles con camisetas de esos equipos, si bien muchas de ellas dejaban serias dudas sobre si era merchandising oficial.

Otro ejemplo lo tenemos en la prensa deportiva nacional. Aunque Madrid y Barcelona estuvieran en mitad de la tabla, el tiempo dedicado por estos medios a estos equipos, junto con el Atlético de Madrid, será mucho mayor que al resto de equipos. Cuando en esta Liga esos equipos empezaron mal, los medios les dedicaban más tiempo a unas declaraciones de Dembelé o a una reacción de Zidane que a que el Granada o la Real Sociedad pudieran liderar la Liga.

Si el Sevilla quiere ganar Ligas y Champions, no se enfrenta solamente a unos jugadores rivales más o menos inspirados y más o menos peloteros, sino a todo ese negocio. No podemos ser tan ingenuos de pensar que con los millones que mueven esos clubes no hay intereses creados. Y no me refiero a intereses ilícitos, que ignoro francamente si existen.

No es nueva la diatriba sobre hasta qué punto hay una correlación entre los millones de presupuesto de un club y su posición en la tabla clasificatoria. Hay opiniones sobre todos los gustos, pero los datos muestran que, en general, y a lo largo del tiempo, los clubes que tienen más presupuesto son los que consiguen más Ligas. Ninguna sorpresa, claro.

Veamos por ejemplo la temporada pasada. Aunque soy consciente de que es un análisis estadísticamente simplista, el siguiente cuadro muestra la relación entre presupuesto y puntos obtenidos al final de la competición.

En el eje horizontal (X) tenemos el presupuesto de los clubes y en el vertical (Y) los puntos obtenidos. Los puntos azules equivalen a la situación de los clubes en ambas variables en dicha temporada. El punto rojo representa al Sevilla F.C. He trazado una recta de regresión que corresponde a la recta que mejor se ajusta a la nube de puntos y que correspondería a la predicción de cuántos puntos debería haber obtenido cada club en base al presupuesto si existiera una relación directa y lineal. El coeficiente de correlación estadística entre presupuesto y puntos obtenidos es de casi 0,8. Podemos decir que el coeficiente de correlación indica la fuerza y la dirección de la relación lineal entre dos variables continuas y que tiene un máximo de 1. Por tanto, la relación entre presupuesto y puntos obtenidos o clasificación en la Liga es altísima, lo que no resulta para nadie sorprendente.

Vemos que el Sevilla es el equipo que más puntos obtuvo por encima de los previsibles en base a su presupuesto, igualando al At. Madrid que tenía un presupuesto de más del triple que el Sevilla. No obstante, la diferencia entre los tres primeros clubes en cuanto a presupuesto y el resto es lo suficientemente grande como para que estadísticamente sea muy poco probable que pueda ganar la Liga un equipo que no esté entre esos tres.

Por supuesto que la correlación sea alta, que el fútbol sea un negocio y que la estadística no juegue a nuestro favor, no implica en absoluto que el Sevilla no pueda dar la sorpresa, sino simplemente que lograrlo sería realmente excepcional.

Hay una situación que favorece al Sevilla en esta temporada y que es debida a la buena gestión que las últimas directivas han hecho económicamente de las arcas del club. Debido a la situación de crisis sanitaria en que nos encontramos y a la no tan buena gestión económica realizada en otros clubes, las diferencias presupuestarias con respecto a Madrid, Barcelona y At. Madrid se han reducido sustancialmente.

El siguiente cuadro muestra datos presupuestarios tomados del diario AS.

El cuadro superior muestra los presupuestos en Millones de Euros de los clubes en la temporada anterior y la actual. Solamente aparecen los clubes con mayor presupuesto en la Liga española. A la derecha aparecen los porcentajes de decremento o aumento de los presupuestos entre esas dos temporadas para cada club. Un pequeño paréntesis, aunque generalmente los incrementos se indican en verde y los decrementos en rojo, me he permitido intercambiar los colores ¡por obvia preferencia personal!

Si la temporada pasada el presupuesto del Sevilla era menos de una quinta parte del del Barcelona, esta temporada es de casi un tercio. En el cuadro de abajo pueden ver los porcentajes que el presupuesto del Sevilla supone respecto al presupuesto de los tres clubes de la parte alta de la tabla en las dos últimas temporadas.

De estos datos concluyo que la mejor política es la que está siguiendo el Sevilla F.C. Ir paso a paso aumentando su presupuesto en base a una buena gestión económica y fichar inteligentemente para acercarnos poco a poco a los clubes que encabezan la Liga. Sin pausa pero sin prisa, en la misma línea en que lo vienen haciendo las directivas y la dirección deportiva en los últimos años. Acercándonos cada vez más en presupuesto y en valor de mercado de los jugadores a los equipos de arriba. De esta forma, puede que no ganemos esta Liga, pero indudablemente cada vez estaremos más cerca, hasta que lo consigamos. Esta es la forma. Hace poco más de quince años nadie se hacía la pregunta de si el Sevilla era claro candidato al título de Liga. En los últimos años, cada vez se escucha más esa pregunta. Y eso es para estar muy orgullosos.

Me gustaría terminar con un concepto estadístico del ensayista bestseller Nassim Taleb: el de cisne negro. En la antigüedad se consideraba que todos los cisnes eran blancos, porque todos los cisnes que se habían visto jamás tenían las plumas blancas. En ese contexto, un cisne negro era inverosímil, o por lo menos inexistente, y se utilizaba la expresión cisne negro como metáfora de lo imposible. Esto fue así hasta que en 1.697 una expedición holandesa a Australia encontró la especie Cygnus Atratus, desconocida en Occidente hasta entonces y que aparece en la imagen que acompaña a este texto (tomada de Wikipedia) y que como ven, no es más que un cisne negro.

Taleb llama así cisne negro a un suceso imprevisto hasta el momento en el ocurre, con el que nadie contaba y que supone un gran impacto. En historia, sucesos de este tipo serían el 11-S o la pandemia de covid, hechos que casi nadie esperaba, pero que ocurren y suponen un giro en el devenir de la historia.

Taleb afirmaba al respecto en el New York Times: “Lo que […] llamamos un «cisne negro» es un suceso con los tres atributos siguientes: En primer lugar, es un caso atípico, ya que se encuentra fuera del ámbito de las expectativas regulares, porque no hay nada en el pasado que puede apuntar de manera convincente a su posibilidad. En segundo lugar, conlleva a un impacto extremo. En tercer lugar, a pesar de su condición de rareza, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones de su presencia después de los hechos.

[…] Una pequeña cantidad de «cisnes negros» explica casi todo en nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y las religiones, a la dinámica de los acontecimientos históricos, hasta los elementos de nuestra vida personal”.

Que el Sevilla ganara esta Liga sería, aún, en el ámbito deportivo un cisne negro, o permítanme la expresión, un “cisne rojo”, pero ¿no es acaso un cisne negro el hecho de que un equipo en poco más de quince años gane 6 Europa Leagues, 2 (y pronto 3) Copas del Rey, 1 Supercopa de España y 1 Supercopa de Europa? No creo que haya precedentes como este en el fútbol mundial y tan mantenido en el tiempo, por lo que, si un equipo tiene derecho a soñar, en contra de las probabilidades, ese es el Sevilla F.C.

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Cuentan las lenguas antiguas, que a principios del siglo XX, jugó como delantero centro del Sevilla FC Francisco Zapata Castañeda (nacido en 1.890), hermano de Fermín y de Manuel Zapata Castañeda, quienes fueran también jugadores de nuestro club.  Fermín llegaría a ser el socio número 1 en 1.958 y podemos verlo incluido en algunas fotos […]

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Sevillistas, en casa

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