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Esto no será un mitin político aunque el concepto me sirva de soporte.
Como bien saben y desde 2019, el Congreso español está compuesto por diez grupos parlamentarios. Diez grupos, nueve en realidad porque el último es un cajón de sastre, que aglutinan las principales tendencias “ideológicas” (las tradicionales, las novedosas y las prosaicas) en un batiburrillo inédito desde que se cambió el régimen dictatorial por el actual. 350 diputados para gobernar, directa o indirectamente, las vidas y haciendas de los ciudadanos. Cómodamente instalados, por cierto, lo que les otorga una “perspectiva” social más que dudosa en la inmensa mayoría de los casos.
El arco ampara a los extremos más extremos, los extremos simples, los de derechas, los de más al centro (a un lado y otro) los de izquierdas… en un puzle que a veces resulta indescifrable pero refrescante en su diversidad: lo de las mayorías absolutas es una pesada losa que difícilmente puede corregir las carencias ancestrales de éste país por las visiones parcialísimas que comportan, te llames como te llames.
Porque es frecuente, desgraciadamente, que la “oposición” no distinga entre acciones de gobierno porque la plantea el otro. Y si la planteas tú y no entro a valorar si es buena, regular o mala, es que yo soy oposición y como bien dice la palabra, me opongo.
¿Les suena éste “Congreso”…en clave sevillista?
Seguro que sí porque nosotros también tenemos nuestros “grupos parlamentarios”. Y lo nuestro, también, es antiquísimo. Tanto que yo me atrevo a aventurar que comenzamos a practicarlo desde la primera patada a un balón, allá por 1890 en Tablada: el sevillismo ha sido una sucesión de “mociones de censura” y de “enmiendas a la totalidad” sin fin, sin solución de continuidad dentro (ahí está la Historia para demostrarlo) y fuera… como en la sociedad política misma.
Conmigo o contra mí, Palangana, y sin embargo… “la nave va”, D. Federico. Sin embargo o quizás por ello.
Pero hay una “pequeña” diferencia entre parlamentos: al político se le vota y, cada cierto tiempo, se le puede botar. Al Palangana no se le vota y no se le puede botar. Ya no. Desde hace unas décadas (1990) la dictadura del dinero arrasó con el poder del pueblo y lo sometió a la tiranía del lado oscuro, de las sombras. Como la sociedad civil.
Y como en el Congreso, nosotros tenemos nuestras propias tribunas en las redes (antes eran más de barra de bar y con escasa audiencia) para verter todo tipo de juicios, de pensamientos y deseos, de apoyar o denostar, de aplaudir o atacar… todo vale porque más que libertad de expresión, yo lo llamaría libertad de sevillismo, como siempre. Y suele ocurrir, como con los políticos, que cuanto mayor sea el exabrupto en cualquier sentido, más se amplifica, más adeptos o detractores recolecta, más eco alcanza porque nos sentimos “obligados” a responder y porque nos resulta tentador no “cantarle las cuarenta” al primer pollo que diga lo contrario de lo que yo pienso. Como en política, me opongo porque soy la oposición y debo mantener mi status opuesto. No me den cifras, ni porcentajes, ni resultados: es NO.
O SI… que depende, todo depende de según como se mire, D. Jarabe.
Porque un like parece un voto, salvando las distancias, y muchos de aquellos te pueden dar la mayoría… sintética. Se trata, como en política, de hacer ruido, de destacar, de ponerte en la “picota” virtual expuestas tus… ¿desvergüenzas? Que hablen de ti y logres el título de “twistar” por unas horas porque la vida es breve, que son dos días y ya llevamos tres y que cada vela aguante su palo.
Y porque el histrionismo cotiza al alza y sus cifras de expansión arrasan en los mercados de la pelota de salón y de la política; que decir “lo que los españoles quieren” es un ejercicio de estupidez inusitado que nosotros, en modo local, traducimos en “lo que los sevillistas quieren” que como bien sabemos todos, la frase siempre termina y resume en un GANAR. Eso anula cualquier otro verbo y la verborrea. El resto son brindis al sol (que más calienta, para algunos) que nos distraen un rato aunque a veces, el hartazgo te impida ver el bosque.
Si/no, pero… los “perólogos” somos legión porque en nuestra visión “parlamentaria” del sevillismo, la idea perfecta es la mía y no la tuya, te pongas como te pongas y digas lo que digas.
A ésos extremos llegamos… todos juntos o no seríamos nosotros, el Sevilla Fútbol Club.
Cuidaros.
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