Mientras daba el paseo matutino con mi Talquita, que es mi silla de ruedas eléctrica, no paraba de darle vueltas a la cabeza tras el partido que vimos este fin de semana correspondiente al Trofeo Antonio Puerta, en el que el Sevilla FC le ganó 1-0 al Cádiz CF… y he llegado a una conclusión: no me gusta el fútbol moderno.
Yo no soy de esos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero a mí me gusta más el fútbol de antes, ese en el que se corría la banda, se centraba al área, se remataba de cabeza, el portero hacía una palomita, se intentaban hacer regates… eso que se hacía antes y que ahora se ve tan poco. Ahora en el fútbol profesional mandan la fuerza y el fondo físico, el tener posesión de balón, aunque el portero toque más veces el balón con los pies que el delantero. Sí, en singular, porque lo más normal es que hoy en día los equipos -sean del nivel que sean- jueguen con un solo delantero. ¿Os acordáis de eso del 4-3-3? Ahora los sistemas de los entrenadores en este fútbol moderno son muy distintos…
Y a mover el balón de una banda a la otra. Y venga balones para atrás… Algunas veces pienso que debería implantarse la “pasividad”, como existe en el balonmano, para penalizar a aquellos equipos que ni tiran a puerta. Esto es lo que hay hoy en día en muchos partidos. Y esto aburre, la verdad, al menos a mí. ¿De verdad que esto es fútbol?
Yo he sido muy futbolero, mi padre me lo inculcó desde chiquitito; eso sí, primero sevillista y después futbolero. Los partidos del Sevilla nunca nos los perdíamos, sobre todo los de casa, pues teníamos ambos el carnet de socio -antes se llamaba así- e íbamos juntos al Sánchez-Pizjuán, primero a la grada alta de Gol Norte -era de pie, pero se sentaba todo el mundo- y después a la grada baja de Fondo con nuestro asiento. Ya cuando crecí, mi padre dejó de ir al estadio y yo iba con mis amigos de nuevo a Gol Norte. No voy a contar todo lo que tocó sufrir y lo poco que se ganaba en cuanto a títulos se refiere en aquella época, pero lo pasábamos de lujo. También era uno más joven… Todo esto es anterior a ese 2006 donde empezaron a llegar los títulos, claro.
Yo antes me tragaba en televisión el partido que echaran, aunque fuera un Éibar-Levante, con todos mis respetos para ambos, pero lo veía. Ahora no, me he convertido en menos futbolero, aunque sigo siendo igual de sevillista o más. Intento no perderme ningún partido del Sevilla FC, los de casa en el estadio y los de fuera en la televisión. Aunque de lo de ver hoy en día el fútbol en televisión hablaremos en otro artículo, porque de nuevo el que sale perjudicado es el aficionado de a pie. Si quieres ver fútbol en la tele -de forma legal, claro-, te obligan a abonarte a una operadora de telecomunicaciones que te cobra una pasta para poder ver el fútbol.
Sí, sé que el fútbol es un negocio, que los que ahí están tienen que ganar dinero pero… ¿tanto? Salvando las distancias, esto lo comparo con la industria farmacéutica… ¿de verdad tiene que ser tan cara la investigación y el conseguir nuevos tratamientos para salvar vidas? Y es que esto me toca tan de cerca…
El Sevilla ha subido los abonos, la gente está algo -o muy- mosqueada; ha vendido a Diego Carlos y a Koundé, dos defensas que han dado un gran rendimiento y por los que se ha sacado un dinero considerable; ha traído a Marcao como defensa y a Alex Telles -lateral izquierdo cedido del Manchester United por un año- y acaba de anunciar el fichaje de Isco Alarcón, otro centrocampista más. Todavía faltan bastantes días para que se cierre el mercado de fichajes y estoy seguro que Monchi y su equipo siguen en la tarea, porque como en los primeros partidos la pelotita no entre… mucho me temo que volverán los silbidos desde la grada. Esperemos que esto no ocurra.
Yo soy un aficionado de a pie. Mi padre me enseñó a amar unos colores y un escudo. Sé que los clubes desde hace años son Sociedades Anónimas Deportivas -menos los que ya sabemos- y, por tanto, son empresas. Pero el aficionado quiere ver ganar a su equipo y si disfruta viendo un buen partido pues mejor. El fútbol está para disfrutarlo y los sentimientos de un aficionado a un equipo es lo que menos en cuenta se tiene hoy en día. El fútbol está muy mercantilizado y todo es dinero o, al menos, así lo parece, aunque algunos queramos negar la evidencia, queramos seguir amando unos colores y queramos seguir divirtiéndonos cada vez que vemos jugar a nuestro equipo. Y, por supuesto, ganando títulos…
¡Somos el Sevilla FC! ¡Nunca nos rendimos!
#SomosImparables #SeguimosJuanma #yomecuro
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