Brindo por esta Copa del Rey.
Torneo del KO que contradictoriamente ofrece la maravillosa experiencia de desencantarme con mi Sevilla a la par que reconciliarme con el fútbol.
Y todo porque un grupo de futbolistas que mañana volverán a sus profesiones de sustento, horneando pan o fijando la mirada en la contabilidad que refleja la pantalla de un ordenador, durante noventa o ciento veinte minutos han mirado de tú a tú a un grupo de profesionales del fútbol que en esos mismos minutos habrán ingresado en euros el equivalente a todo el pan que pueda vender o todos los números que pueda cuadrar en un mes el grupo de anónimos profesionales y románticos futbolistas. Y Puede que me quede corto.
Por eso brindo por esta Copa.
Se me ocurre que para degustar buen vino en esta Copa el truco pasa por abrir la lata.
Y pienso que para abrir la lata y degustar buen vino en esta Copa el truco pasa por las herramientas. Por más que la mires, la remires y la sigas mirando, no, la lata no se abre sola.
Busco en google “Herramientas para abrir la lata en la Copa” y me responde: chutar a puerta; encarar, driblar, regatear; centrar (con un poco de tensión ese balón, por favor)… y otras tantas cosas más que un grupo de profesionales del fútbol se presupone saben ejecutar (esto también lo dice google. Último de los resultados de la primera página).
Abrir la lata con un gol tempranero hace que el áspero césped de Carrara parezca una alfombra del Edén. Que las gradas (-itas) y los rostros tras la valla a pie de campo se alejen, se abran, se expandan, ubicando al profesional (el de la pelota, no el del sustento) en un entorno al que está más familiarizado. Que la pelota no salte, sino que viaje sumisa y rasa de banda a banda como imantada al tapete. Y qué bueno está este vino.
Pero, muy frecuentemente, el vino de esta Copa -y ahí radica su gracia- no refleja tonos brillantes y olores afrutados al decantarse. Si no has abierto la lata, manoseas el corcho de la botella y lo notas seco, huele a moho y a humedad, no está de una pieza pues se han desprendido trocitos que ahora están en tu Copa navegando sobre un líquido amarronado y que desprende un fuerte tufo a vinagre, porque no abriste la lata en su momento, que es cuanto antes, mejor. Y ahora recuerdas cómo el corcho aún no descorchado no estaba al ras del gollete, sobresalía cuello arriba y eso quiere decir que el vino, como el partido, se te había calentado en su embotellamiento por no abrirlo antes. Pero aquí no vale un “disculpe, tráigame otra botella”, si no has abierto la lata la Copa te sirve un brebaje picado con sabor a acetona y esencia de tricloroanisol. Y ese es el que hay.
Por cierto, entiendo poco de vinos, pero me gusta esta Copa.
Concluyendo, la próxima vez háganme el favor de abrir la lata y que sean otros los que disfruten, a pesar del mal vino, de una muy buena Copa.
- José María Fidalgo. In Memorian. Uno di noi - 24/02/2022
- Beber la copa. Abrir la lata. - 16/12/2021
- De Juntas Generales y Westerns - 25/11/2020
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