Saludos.
En poco menos de dos semanas comienza la Liga y en el sevillismo andamos inmersos en un mar de incertidumbres. Y alguna certeza.
Seguimos sin saber qué nómina de jugadores defenderá el Escudo (aunque tengamos a Monchi y confianza plena en su trabajo, no podemos sentir un cierto nerviosismo, el nerviosismo de cada año ciertamente, que luego se suele trocar, afortunadamente, en felicidad) y con importantes operaciones económicas en curso que podrían significar cambios importantes.
Pues en más de un año con las gradas vacías nos ha ido bien, muy bien: la sexta EL, record histórico de puntos y nueva participación en el selecto club de Champions. Y si nos ha ido tan escandalosamente bien… ¿por qué facilitarnos la vuelta para llenar el Ramón Sánchez-Pizjuán de sevillistas? Pues porque parece que ya no somos necesarios y cada vez lo seremos menos. Ya no y ha quedado demostrado. Ya, el plus de “casa” y la “presión de la grada”, han perdido valor y pueden ser prescindibles. Demostrado, insisto, porque no han sido necesarios para marcar hitos.
Decía aquel que si funciona, no lo cambies, no lo toques. Pues con las gradas vacías, la máquina (de hacer dinero) funciona perfectamente y cada día, cada año, estamos mucho más cerca de ser, como los otros por todo el mundo, artefactos magníficos (marionetas) en HD: cómodamente instalados en nuestros sofás, cervecita helada (con alcohol y sálvese quien pueda) al alcance de la mano, piernas estiradas y las avellanitas que no falten (puede valer cualquier otra chuchería, por supuesto) ¿Cómo vamos a comparar eso con los tiempos perdidos en desplazamientos, sangrías de previas, estrecheces, escaleras, cacheos, salchichas de plástico, la sin… del Estadio, por favor? Seamos serios.
¿Y la de molestias y gastos (seguridades varias, cruces rojas, limpiezas…) que nos ahorramos teniendo que lidiar con cuarenta mil gentes rulando por la Casa no merecen la pena? ¿Y las recurrentes sanciones por recordarles los ancestros a los lacayos del poder que en eso nos “distinguen” de vez en cuando?
No es necesario que vengáis al fútbol: nosotros te lo llevamos a casa. Como slogan cabría perfectamente para la próxima campaña, la siguiente o la de más allá. Porque, además, el Gran Hermano (share) nos pedirá que cantemos los goles en casa con más ardor, Sr. Smith, aunque molestemos a los vecinos de otros lares, colores y agnósticos peloteros.
Y como al final renovaremos los abonos (somos como somos) sin saber cuántos ni cómo ni cuándo, tendremos un remanente considerable para gastos corrientes un añito en cuenta y que absorberemos con los intereses bancarios. Porque las gradas vacías volverán a ser todo beneficio y la calculadora echando humo. Jugada perfecta y golazo.
Vemos también, apocados y no sin enfado, que en otras actividades públicas, deportes y hasta en los toros, se permiten aforos mucho más numerosos (no me cuelen la de los comparaciones porcentuales que una plaza de toros, por ejemplo, tiene una superficie mucho más pequeña que un Estadio y un 50% allí es, potencialmente, mucho más peligroso que en fútbol); lo vemos en otras comunidades y países con datos pandémicos peores que los nuestros y se siguen produciendo aglomeraciones importantes. Añado que, a pesar de ello, toda medida precautoria me parecerá correcta si es lógica, si tiene sentido. Sin embargo, con el ritmo de vacunación que llevamos, no termino de entender las restricciones tan duras que imponen en fútbol. Además, aquí al lado, en La Cartuja, hemos podido ver más asistentes a la Eurocopa que los que dejarían entrar en el Sánchez-Pizjuán con un 25% y entonces teníamos muchos menos inmunizados.
¿Ha intentado el Sevilla ejercer alguna “presión” ante la Junta por el aforo? No me consta. Y si así fuera, sería de agradecer que publicaran las gestiones que están haciendo, qué les han preguntado y sobre todo, qué les han respondido.
Visto lo visto, la fidelidad queda, desgraciadamente y como vemos, para el número de socio (que ya lo es en sí mismo aunque cada vez más placebo) abonado o pagano. Sobre todo, pagano. De hecho, mejor le pagas a la operadora de TV que ya ellos nos lo devuelven con un margen sustancioso de mejora… porque se trata de eso y eso parece ¿no?
Fuego amigo, dicen en las guerras.
¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!
Cuidaros.
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