Me contaba Genaro, llamémosle así, que acudía por aquellos lares invitado al estadio madridista por cuestiones de trabajo. Fue recibido por un directivo merengue henchido de la prepotencia característica, que trata al resto de los clubes nacionales como si de extranjeros se tratase -si el club referido tiene cierta importancia- o como paletos mononeuronales que corren tras algo redondo, si el club es algo más modesto.
Rezumaba ese tinte de supremacía que hace poco observamos absortos e incrédulos en su jefe, Florentino Pérez, cuando intentaba hacernos creer, tras su ignominioso atentado de Superliga aún inconcluso, que el fútbol es sólo el Real Madrid y que todos colgamos de su ubre piadosa, alimentándonos, mientras gozosos deberíamos lanzar loas y albricias por su magnanimidad. Todos somos tratados como enanos mentales que necesitamos de su tutela, cualquier percepción que usted tenga en este sentido con respecto a ese club, créame, se queda muy corta.
Le decía a Genaro este directivo, sin que el menor remordimiento recorriese y atisbase su mente, que está bien que en Sevilla fuésemos del Sevilla y del Betis, el terruño siempre tira, pero que primero deberíamos ser del Real Madrid, que estaban trabajando en ello, y que tarde o temprano lo conseguirían.
Y Genaro le dijo sin cortarse un pelo, “están locos estos romanos”, y sería algo risible y ‘carcajeable’ si no fuese porque uno mira el panorama nacional, y observa las hordas de albaceteños y murcianos que claman al cielo porque le pitasen al Madrid antes de ayer un penalti como una casa, a cuyo jugador merengue sólo le faltó sacar un subfusil para terminar de rematar al contrario.
Y conste la alta estima que el que les escribe le tiene a los albaceteños y a los murcianos, amén de los pacenses, pero es que esto no es achacable a ellos tampoco, cuando a las criaturas no hacen más que bombardearles mediática y permanentemente con las cosas del Madrid, volvemos a lo mismo, como si no existiese otro club en la tierra.
La amenaza es real, sin paliativos, el Imperio lanza un ejército de periodistas y grandes medios que hoy mismo claman contra el VAR, y que sin pudor alguno propugnan que el Real Madrid deba ganar sí o sí, aunque cometan la injusticia futbolística más grande, tal cual. Como muestra un botón de Alfredo Relaño del diario AS.
Así, a cara descubierta, no se esconden.
Para los incrédulos, ¿a quién le va a extrañar estas cosas de un club que obligó impunemente a no jugar a Campanal aquel Trofeo Carranza para ganarlo?
Soy de los que piensa que, en el asedio sin cuartel que le tienen a Sevilla estos romanos, tarde o temprano lo conseguirán y la, hasta ahora, irreductible aldea futbolística que es Híspalis terminará por capitular. Ese directivo madridista trabaja sin cuartel para que sea así, cada día se ven más camisetas merengues en la ciudad, y perteneceremos todos a ese ejército de zombies vikingos pendientes del peinado del Cristiano Ronaldo de turno.
Cuando éramos niños cantábamos aquello de:
¡Hala Madrid!, el equipo del gobierno, la vergüenza del país”
Maravillosa poción mágica ¿No les enseñamos estas canciones ya a los nuestros?
Genaro, hijo, para las conclusiones que sacaste de allí, mejor que te lo hubieses ahorrado.
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