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RAFA VELASCO 15/07/2020

Cuantas bocas calladas

Decía Séneca “ Lo importante es saber cuándo hablar y cuándo quedarse callado“

Hace aproximadamente un año, Monchi anunciaba el que sería entrenador de nuestro Sevilla FC en la temporada 2019/2020.

Varios eran los candidatos según la prensa, pero nadie pensaba que el elegido fuera a ser Julen Lopetegui.

Su accidentada salida de la Selección Española tras filtrarse su fichaje por el Real Madrid, lo dejó en una situación difícil y en la más absoluta soledad, ya que nadie quiso decir toda la verdad por miedo a las represalias del “Todopoderoso”.

Su corta y nada exitosa estancia en el club merengue lo convirtió en la diana perfecta de las críticas de la prensa capitalina, que lo ningunearon para no molestar a su señor, ese que mueve los hilos del fútbol desde su sillón presidencial dando por hecho que lo que él diga va a misa y nunca le van a faltar aduladores que le digan que es blanco lo que a todas luces es negro.

La elección de Julen para la afición sevillista fue como un jarro de agua fría, como una desilusión no esperada.

Y empezaron las lluvias de críticas que siempre terminaban con la frase más repetida por el sevillismo en esos días “Lopetegui no me gusta nada, pero si lo ha traído Monchi… habrá que esperar”.

Algunos hablaban de un acierto para el banquillo, pero eran tan pocos que casi silenciaban sus opiniones ante el rechazo generalizado.

Se criticaba su carácter serio, que nunca conectaría con la afición, su supuesto plantón a España y varias trivialidades que se escuchaban con la misma fuerza con la que Monchi callaba y apostaba fuerte por él.

Escuchando la voz de la afición, lo fácil hubiera sido traer a otro candidato porque con el vasco, tendría que cargar con un fracaso anunciado por todos, pero el León de San Fernando arriesgó.

El trabajo de Julen Lopetegui ha sido muy profesional, poco a poco y sin declaraciones altisonantes, ha ido armando un equipo competitivo sin dejarse influir por las críticas externas.

Hay muchas cosas por mejorar, pero son más los aspectos positivos que nos deja con su trabajo, que no olvidemos, ha logrado en menos de un año.

Sus números, sobre todo fuera de casa, son incontestables y las sensaciones de equipo hecho y rocoso se aprecian en cada partido que salta al campo.

Muchos de sus críticos siguen sin verlo y les cuesta reconocer que se han equivocado, porque como dijo Ernest Hemingway  “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar “.

Para terminar, solo decirles que escuchando de fondo la melodía de Händel, os debo reconocer que la primera boca callada es la mía.

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