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Asier Arrate, Rafael Carpacho y Pachy Dopico

Un partido en la memoria de nuestros mayores

Va para los sevillistas más veteranos y por todos los sevillanos de bien, sean del color que sean, especialmente para los más mayores, esos que, en tan aciagos y pandémicos tiempos, están en la mayor franja de riesgo y no se sorprenden de lo que ahora la mayoría  estamos viviendo por 1ª vez.

Oía a mi padre hablar de un hecho acecido muchos años antes y, con sus amigos, rememoraba aquél lejano y único acontecimiento. Lo escuché también de otros familiares y conocidos de mi casa, pero ya se sabe que el fútbol no tiene memoria, es solo presente, y si acaso, algo de futuro, así que pensaba que eran cosas de viejos.

Año 1947, el de la muerte de Manolete, la España de Franco internacionalmente aislada, y lo que era peor, económicamente bloqueada. La población pagaba culpas de un régimen no elegido. La ONU y el bloque del Este no distinguían entre gobernantes y gobernados y a éstos se les hacía sentir las secuelas de un brutal aislamiento. El país conocía las noticias a través del “parte” en radios de válvulas, la propaganda del régimen hacía valer la autarquía y los pocos coches funcionaban con gasógeno. El café con achicoria se endulzaba con caramelos. Es lo que había. En tal situación, solo la Argentina del general Perón dió ayuda.

Sevilla vivía como podía la pesadilla de una postguerra alargada por el bloqueo, eran los años del hambre. En los cines se anunciaba “El Caballero del Oeste” (Palacio Central) con Gary Cooper y Loretta Young y “La dama de la Frontera” (Rialto) de Ch. Lumont con Yvonne de Carlo y Rod Cameron. El invierno de 1946-47 fue uno de los más lluviosos que se recuerda hasta el punto que apenas un mes después del suceso al que la generación anterior a la mía se hacía lenguas, Sevilla sufrió una de las peores inundaciones que se recuerda. Entretanto, Tomás Ruiz Vela hacía el cartel de una Semana Santa que tal impacto emotivo provocó en el padre Ramón Cué (entonces estudiaba en la Hispalense Hª. de América) que escribió su personalísima visión de ella: “Cómo llora Sevilla”, y Antonio Olmedo (Don Fabricio) publicaba su obra “Cien años de toros” dedicado al centenario de la Feria de Abril.

Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Gran club argentino, fundado en 1908 en el barrio de Boedo, al sur de Buenos Aires, Héctor H. Scotta, llegó de allí. El astro José Sanfilippo salió de su cantera. Se les conoce como “los cuervos” o “el ciclón”. Hoy, sigue siendo  importante en la Superliga argentina. Con un dilatado historial en toda Sudamérica,  uno de sus abonados e hinchas más ilustres es el Papa Francisco I. Es el club que más simpatizantes tiene de la colonia española en Buenos Aires. Era en 1947 el vigente campeón de su país.

¿Qué relación guarda aquél año, 1947, y nuestra ciudad con el San Lorenzo de Almagro? Fruto de la relación hispano-argentina entre sus jefes, dos militares en el poder, el club bonaerense realizó una gira por España, que incluyó también la nada democrática Portugal de Oliveira Salazar, entre Diciembre de 1946 y Febrero de 1947, siendo el tramo final de la misma Sevilla. La propaganda del régimen hizo lo suyo para realzar la visita de aquél “team” sudamericano que osaba desafiar el bloqueo internacional, pero la realidad es que se llenaron todos los campos que visitaron los azulgranas del Gasómetro, su cancha en Buenos Aires. La visita se vendió  en la época como una especie de Plan Marshall a la argentina.

Mucho se ha escrito  sobre aquella gira que empezó en el Metropolitano de Madrid contra su titular el 23-12-1946 y terminó en Sevilla el 6-2-1947. No es mi objetivo en este escrito analizar su totalidad, pero la visión del fútbol en España cambió tras la visita del club de Boedo. Se dice que fue el primer “tiquitaca” y que los públicos quedaron maravillados por aquél estilo de juego. El fútbol español estaba anclado  en el 2-3-5, inmóvil como la autarquía económica vigente. San Lorenzo tenía un equipazo: Blazina en el arco, como defensas laterales, Basso y Vanzini, centrocampistas Zubieta, Grecco y Colombo, y delanteros, Imbellone, Antuña, De la Mata, Farro, Pontoni, Martino y Silva. Y practicaba ya el 3-2-2-3. En él militaban futbolistas españoles exiliados: García, y los internacionales Lángara y Zubieta, todos en el Ath. Bilbao hasta la guerra e integrantes también de una selección de Euzkadi que no pudo regresar a España en plena gira por América en 1939. Isidro Lángara, había vuelto cuando nos visitó San Lorenzo y jugaba en el Real Oviedo, pero Ángel Zubieta no, así que fue una de las atracciones de la gira.

Futbolísticamente, Sevilla vivía una situación muy dispar. El SFC era el vigente campeón de liga y, presidido por el Marqués de Contadero, defendía su título pero estaba en uno de esos lapsus, especialidad de la casa, que caracterizan a sus plantillas históricamente. Su última victoria había sido en Mestalla casi un mes antes, y el Domingo anterior, jornada 18ª, caía (2-1) derrotado en Oviedo. Mientras, su eterno rival urbano, caía al pozo de la 3ª división. El encuentro contra  San Lorenzo se improvisó en Lisboa (donde habían jugado su 10ª partido de la gira contra un combinado de equipos de la ciudad lusa) ya que no hubo acuerdo para jugar un 2º encuentro  en Barcelona donde ya lo había hecho el día de Año Nuevo.

Llegados a Sevilla hubo visitas guiadas, una recepción en el Ayuntamiento a la que acudieron todas las personalidades civiles y militares de la ciudad, y disfrutaron de una capea costeada por la Federación en la hacienda Pino Montano, presente Pepe Luis Vázquez, entre otros. El partido estaba fijado para el Jueves 6-2-1947 a las 16´00 horas. Se agotó el papel y se cerraron negocios para poder asistir. El suceso fue de tal importancia, que mi padre, que estuvo presente, conservó la entrada como recuerdo. Emociona ver Nervión en un documental de la futbolteca española (Roque Taurisano Nardone) repleto, 30.000 espectadores se calculó, hecho un mar de paraguas mientras bajo las órdenes del trío arbitral dirigido por Álvarez Orriols (de la Fed. Centro) los dos capitanes, Zubieta por San Lorenzo y López por el SFC intercambian banderines en tanto que en las gradas se agitaban pañuelos blancos. No era para menos, iban a jugar los vigentes campeones ligueros de Argentina y España. La persistente lluvia no iba a ser un freno para la afluencia de un público que tampoco tenía muchas opciones de entretenimiento.

Ramón Encinas, alineó a sus mejores titulares con dos préstamos del club argentino para la ocasión: Rodríguez y Aballay. Formó con los siguientes, Bustos, Joaquín , Belmonte, Alconero, Rodríguez y Eguiluz; López, Arza, Aballay, Herrera y Campos (Sustituido por Pedrín en el minuto 16). Por San Lorenzo, Pedro Omar alineó: Blazina, Vanzini, Basso, Zubieta, Grecco y Colombo; Alarcón, Faro, Pontoni, Martino y Silva.

Vinieron para un partido de exhibición pero se encontraron con un Sevilla bravo que no quiso defraudar y lo embarrado del campo hizo el resto. Primero saltó San Lorenzo con las banderas de España y Argentina entrelazadas, y luego, el SFC. Sorteados los campos, el Sevilla comenzó atacando hacia  gol sur, hacia lo que hoy sería la intersección de Luis de Morales con Eduardo Dato. La 1ª parte terminó 2-2 con goles de Arza (2) y Pontoni (2). El 2º tiempo fue aún más espectacular por las alternativas en el “score”, vuelve a marcar Arza a pase de Herrera, Pontoni empata; adelanta Farro a los rioplatenses y nuevamente iguala a 4 Herrera, Aballay adelanta a los sevillistas, y finalmente de penalti, Zubieta, hace las tablas finales a cinco.

Ese fue el suceso que tanto se rememoraba. San Lorenzo regresó a Argentina y su astro vasco, Zubieta, permaneció en él hasta 1952, año en que regresó a España para colgar las botas en el Deportivo de La Coruña.  Como secuela de aquella gira se produjo poco después otra más política, la visita de Eva Duarte de Perón, que también tuvo en Sevilla, mes de Junio, una de sus mejores escalas, pero esa es ya otra historia.

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