Que Lopetegui está haciendo un buen trabajo no hay dudas, con sus errores y aciertos el Sevilla hasta ahora se está codeando con los de arriba en la clasificación. Eso no es opinión, eso al menos hoy es un hecho.
Mucha culpa de esos buenos resultados está basado en su sistema defensivo, donde emergió un central descomunal (Diego Carlos) ayudado por su pareja de demarcación (Carriço o Koundé) más Fernando por delante. Ese triángulo inexpugnable le proporcionó al equipo una solidez y un equilibrio insultante, y con ello, a pesar de que arriba no se atinaba con el gol vinieron los resultados rápidamente. Al Sevilla no solo no le hacían goles, sino que ni siquiera le tiraban a portería. Vaclik tocaba una media de dos balones por partidos. Todo iba de mil maravillas, hasta que Lopetegui sin que tuviera motivo alguno decidió un cambio fatídico, modificar el sistema basado en la incrustación del serbio Gudelj en el centro de la defensa.
De esa manera desplaza hacia ambos lados a los centrales y lleva consigo también un cambio de posición en varios jugadores. Para mí, las consecuencias es que todos los implicados en el cambio de posición bajan considerablemente sus prestaciones, con lo que el equipo pasa de estar bien posicionado y sabiendo a qué juega, a ser un equipo desorientado y muy vulnerable atrás.
Con esa inexplicable decisión que Lopetegui está empleando asiduamente desde el mes de noviembre la fragilidad defensiva comenzó a aparecer. Penetraciones fáciles, remates sin oposición y ocasiones de gol que antes no se veían. De pronto Koundé desplazado a la derecha sale en todas las fotos, Diego Carlos desplazado a la izquierda pasa de ser un central de setenta millones, a uno de siete. Y Vaclik de no intervenir casi nunca, a hacer parada tras parada.
Estaba claro, que por lo que fuera, ese sistema al equipo le sentaba fatal y no debería de haber tenido más recorrido que una prueba fallida. Pero no ha sido así. Lopetegui como buen vasco ha seguido insistiendo y una de sus consecuencias es la desgraciada eliminación de copa a manos de un segunda división.
El vasco lo volvió hacer en Miranda de Ebro sin más motivo que una cabezonería, y en veinte minutos ya perdimos la eliminatoria dos cero.
Sinceramente, siempre he sido un defensor de Lopetegui, fui de los pocos que me gustó que viniese, pero no llego a comprender porque insiste en un sistema que por lo que sea no funciona.
De momento, fue la clave de que se esfumara el sueño de la copa donde teníamos puestas muchísimas esperanzas.
Por su buena clasificación le perdonaba lo que para mí es una barbaridad futbolística que es ver que Nolito está por delante del Mudo Vázquez, pero si para mí eso es muy duro, lo de esto último me está costando bastante más sobrellevarlo.
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