Aunque llevo ya unos años opinando por aquí y en redes sociales, siempre me he resistido a escribir sobre fútbol en sentido estricto, sobre sus aspectos técnicos. No entiendo de fútbol, lo digo siempre y muchos amigos lo consideran falsa modestia, pero no es así. No me suelo fijar ni en como están colocados en el campo los jugadores y solo al final puedo tener una opinión, más basada en sensaciones y hechos objetivos (soy resultadista), que en un análisis técnico del desarrollo del partido, cosa que dejo para gente muy preparada que tenemos la suerte de leer también aquí.
Hoy, en puertas del descanso futbolístico navideño, voy a hacer una excepción para contaros algo de cómo veo al Sevilla hasta ahora.
Parece obvio que esta temporada hemos mejorado en la configuración global del equipo: somos más sólidos en dos zonas claves, como son la defensa y el centro del campo.
Y también parece obvio que hemos empeorado en el ataque. Eso, además de las sensaciones, lo dicen los números.
La cuestión es, ¿cuál es la razón de que ataquemos peor? Y, en función de ello ¿qué se puede hacer?
Aquí hay opiniones para todos los gustos, desde la más popular (De Jong, Chicharito, etc, son unos bultos), hasta la teoría de la manta (atacamos peor porque nos arropamos más atrás), pasando por la mala configuración de la delantera por parte de Lopetegui.
Yo que, como decía un querido (aunque reciente) amigo que nos dejó hace poco, suelo ser equidistante, aquí no lo voy a ser menos: no creo que haya una sola causa de que nos cueste hacer gol.
Los delanteros no son, parece claro, del nivel de los monstruos que hemos tenido en los años de esplendor, vale, pero tampoco creo que tengan un nivel que no sea, al menos, equiparable a otros equipos (bastantes) que han anotado más que el Sevilla. No puede, por tanto, ser la única ni principal causa de la sequía.
La segunda posible circunstancia, la teoría de la manta, puede servir para algunos partidos en los que (dicho por el propio Lopetegui) nos hemos metido demasiado atrás, después de ponernos por encima en el marcador, pero no para otros cuantos en los que hemos atacado bastante, sin acierto. Por ejemplo, los dos últimos o la primera parte de Barcelona.
Nos queda, de las tres posibles causas comentadas, la relativa a la configuración de la delantera por Lopetegui. Tengo claro que este posible motivo es más amplio, porque la configuración de la delantera está condicionada (y al revés) por la del resto del equipo y el estilo de juego. Aquí, desde mi niideísmo, al principio reconocido, y sin pretender saber ni una milésima parte de lo que sabe Lopetegui, yo creo que hay campo de mejora.
Suelo decir (vuelvo a remitirme a mi post El especialista) que los hombres de fútbol, a veces, precisamente por serlo, pierden de vista cosas más mundanas que, sin el corsé de ser el que más sabe de esto, son palpables para el común de los mortales. En mi opinión, cualidades escasas pero muy valorables en los especialistas son la flexibilidad y la humildad, virtudes que, sin duda, hacen que no caigan en el pecado mortal de la cabezonería, que a tantos entrenadores se ha llevado por delante.
Tengo plena confianza en que Lopetegui, que ha conseguido lo más difícil desde que llegó, será capaz de mostrarnos las referidas cualidades. Y no lo digo porque yo crea que debe poner a uno u otro (que ahí el cabezón sería yo), sino porque entiendo que sería bueno que probara soluciones que a los legos se nos ocurren, como poner a Munir y/o Dabbur de delantero, utilizar a De Jong más como recurso que como regla, mezclar un poco el estilo y que no sea centros laterales al área el 90% de las veces, etc.
A lo mejor nada de eso funciona, pero estaremos de acuerdo en que esta prueba es más fácil (y barata) que intentar sustituir a los jugadores en plena temporada.
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