Te he visto en derrotas y victorias, en campo propio y en ajenos. Te he visto en directo y en diferido, en color y en sepia. Pero sobre todo, te he visto en los ojos emocionados de los tuyos, que son los míos, en sueños infantiles e ilusiones maduras, en forma de cantera o de camiseta firmada en un hospital.
Te he oído en himnos universales, en cánticos memorables de un mágico norte. Te he oído en gritos de alegría, en suspiros eternos y en palmas al compás. Pero sobre todo, te he oído en retransmisiones a ciegas en radio a pilas, en alineaciones memorizadas y en relatos, con sones antiguos, de los que ya se fueron.
Te he olido en tu hierba cortada, en la mezcla inconfundible de aromas de bocadillos al descanso y frutos secos de un canasto vestido de blanco. Pero también te he respirado en humos de bengalas y en olor a gasolina de kilómetros de ilusiones.
Te he probado con sabor a previa, con el regusto de una buena tertulia y masticando nervios en finales. Pero sobre todo, he sabido del amargo fracaso y me he relamido en la dulzura del éxito.
Te he tocado en tu escudo y tu bandera. He tocado un cielo de plata más de veces de las que pude soñar. Pero sobre todo, te he tocado en la bufanda que me acompaña desde mi niñez, en aquella bandera que me hizo mi madre hace 40 años y en las manos del que me condujo a esta pasión.
Así te he he vivido,así te vivo. En todos los sentidos. Con todos los sentidos
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